En un excepcional marco como es el Jardín Botánico tuvo lugar la actuación del dúo electrónico We Are Not Brothers, dentro de las actividades del festival Incubarte. Aunque el horario resultaba algo extraño (a media tarde) por ser a plena luz del día, el concierto de We Are Not Brothers transcurrió por los cauces habituales a los que nos tienen acostumbrados, sin restar un ápice de contundencia a su selección musical.
Desde sus inicios allá por el año 2010 hemos seguido la evolución de We Are Not Brothers que les ha llevado hasta el momento actual, una evolución por la que han obtenido el Premi Ovidi en 2014 al mejor disco de música electrónica por su disco “No som germans”. A partir de ahora deben realizar el despegue y ser ampliamente reconocidos.
Damian y Francho se hicieron acompañar en esta ocasión por un guitarrista y un bajista, lo que otorgó un toque más “orgánico” por así decirlo, a su música creada con todo tipo de instrumentos tecnológicos, casi ocultos ambos entre Monotron, Microbrute, Electribe, Kaoss Pad y demás parafernalia electrónica. Con la “Intro” de su álbum más reciente “No som germans” y la voz de Damian pasada por el vocoder, comenzaron su actuación con una buena respuesta de público que seguía (desde la sombra, eso sí), las evoluciones del dúo alcoyano. Interpretaron casi al completo el álbum, con temas como “Radioaktivitat”, un claro homenaje a la banda germana Kraftwerk, o «Ja Baixen”, un tema que incluyen en su repertorio habitual pero que solo se ha publicado en el recopilatorio “Música de Telers”.
Los aires orientales de “Llum” cuya melodía se acelera a medida que avanza el tema o “Can”, inspirada en la banda alemana con un bajo que impulsa la melodía fueron otros temas que sonaron, así como el ritmo industrial de “Vatican Party”, toda una fiesta en la romana plaza de San Pedro. Le siguió “1938 -39” con voces sampleadas que rememoran el ataque aéreo a la ciudad de Alcoy durante la Guerra Civil, y para finalizar la única concesión a su primer disco, “Lost Town” con un final mucho más enérgico que el original. Como bonus, un bis con la versión del “Ghost Rider” de Suicide en clave techno-punk que dejó un gran sabor de boca entre el público.
Carlos Ciurana