En la plaza mayor de Guissona, en Lleida, donde el sol más que picar aplasta, la sombra llama a través de la puerta de una gran casa del siglo XVII. A medida que entras, el sonido de una guitarra acústica que casi parece un contrabajo se va acercando, y cuando los ojos cegados de luz se acostumbran a la penumbra y empiezan a distinguir tonos y formas, encuentras a Anna Andreu y Eduard Pagès con sus dos guitarras arrancando la canción que da título a su segundo álbum y debut en BCore, ‘Tones and shapes’.
Lleida es algo así como el Far West catalán, pero no es eso lo que ha llevado al dúo catalán de folk de raíz norteamericana Cálido Home hasta allí, sino Joan Pons, El Petit de Cal Eril. Pons ha convertido en estudio de grabación parte del teatro de la casa familiar –el Cal Eril de su nombre artístico–, y allí ha grabado hitos como sus últimos álbumes y los de Mates Mates y Germà Aire. Y ahora el de Cálido Home.
Entrar en el teatro es acatar las normas de Pons, como que no se pueden grabar más de cinco tomas (igual que no se puede hacer bien el amor más de tres veces seguidas). Al de Guissona le costó convencer a Andreu y Pagés que ‘Tones and shapes’ tenía que grabarse en directo. Conscientes de que ganan en vivo, el dúo entendía que grabar por pistas era contradictorio. Pero aún así el reto daba un poco de miedo. Y más cuando solo tienes cinco tomas. Pero la seguridad que vieron en los ojos de Pons se les contagió. Y acertaron.
Cálido Home llamaban a lo que hacían ‘motherfolker’, casi como un insulto, así de contundente era el folk de ‘Vulpes vulpes’ (2013), su primer LP. Pero el de Cal Eril les pidió que no tocasen tan fuerte, y de esa nueva contención surgieron matices, fragilidad, sutileza. Han aprendido que cuando la canción ya va hacia arriba no hace falta empujarla.
También surgió el silencio, hasta ahora ausente en las canciones del dúo. Cuando Pons les sugirió que quizá no hacía falta que siempre tocasen los dos a la vez, al principio les rompió los esquemas, no lo entendían. Pero le hicieron caso, y en ‘Tones and shapes’ el silencio se convierte en un elemento activo de la música, y las canciones respiran. Y si en ese silencio se colaba en la grabación el crepitar de la madera de una silla, aún mejor: que no todo esté a sitio puede resultar, si se hace bien, en un sonido más vivo. Con alma.
La guitarra de Eduard es un viaje de ida y vuelta de la costa oeste de los Estados Unidos a la de África, y busca el placer cuando toca; si no le da gusto tocar un tema, se le cae del ‘setlist’. La voz de Anna, menos impostada que antes y menos fuerte cuando la melodía se lo pone más difícil, a Joan Pons le recuerda la de Karen Dalton. El de Cal Eril siente que con ‘Tones and shapes’ Cálido Home se han encontrado. Y esta vez no le ha costado convencerles que tenía razón.