Ángel Stanich despide en Valencia la gira de Camino Ácido y Cuatro Truenos Cayeron que ya se alarga hasta casi 2 años. Los encargados de abrir la velada, Lynchburg Lemonade.
El más flagrante enigma del pop español 2014 se llama Ángel Stanich. Poco se sabe de este genial ermitaño y poco mas podrás saber. Nació en Santander, estudió en Valladolid, donde Javier Vielba (Corizonas /Arizona Baby) ha producido su álbum y reside en Madrid. Tiene 24 añitos, cabellera y barba hirsuta y un anormal talento como guionista de seductoras canciones donde los vaivenes cotidianos devienen en surrealismo perverso.
Stanich es un músico al margen. Aunque algunos le fuerzen remotos parecidos a Quique Gonzalez, Albert Pla o un Dylan en ácido, lo cierto es que estamos, seguramente, ante uno de los músicos mas singulares que este país ha dado en años. No, no se parece a nada circundante y es dueño de una de esas voces únicas que horripila o seduce. Todo esto le ha convertido en apenas 4 meses en ese tipo raro del que el mundillo musical habla sin tener ni siquiera un disco oficial a mano.
Y todo ello sin contar con él. Porque Stanich es un freak recluso centrado en su bohemia y sus canciones. No va de nada. Al contrario. Pasa del rollo mediático. No hace promoción de su trabajo o sus contados conciertos. Ha costado lo suyo que montara su Facebook oficial… No hace entrevistas ni lo verás por ahí en los saraos nocturnos. Pero su música y su figura inspiran esa extraña atracción fatal del borde vulnerable. Vamos, que Stanich podría ser sin duda el sueño húmedo de protección materna infalible no solo cara al sexo femenino.
Escurridizo, políticamente incorrecto, misterioso, son algunos de los diagnósticos mediáticos que genera por culpa de su actitud y de su único trabajo, un álbum indie, “Camino Ácido”, aun propiedad privada, repleto de idas de olla deslumbrantes por las que discurre un desbordante e inusual ingenio arropado de mordacidad certera y una hondura emocional impropia de su edad que lo convierten en todo un feliz hallazgo. Y, mientras el mundo se entera, Stanich, sin prisa, a su manera, deja gente fuera en sus conciertos madrileños o genera karaokes multitudinarios de Metralleta Joe (su canción más emblemática) a su paso triunfal por el Sonorama. Ahora es tu turno.
Como teloneros abrirán Lynchburg Lemonade, un combinado a base de bourbon originario de Lynchburg (Tennessee). Basándose en ese sabor concreto, Rafa Adrián y Mike Fernández (ambos de Badlands) han construido una banda, donde a través de versiones intentan recrear ese paisaje concreto. Sentir que por un momento estás en un porche con una limonada bien fría, escuchando música que te saca media sonrisa y hace que arquees una ceja.
VIERNES 7 DE OCTUBRE A LAS 22:30h.
SALA WAH WAH
c/Campoamor, 52, 46022 Valencia
Entradas anticipadas desde 12€ en:
TAQUILLA 15€