Crónica de conciertos: Kraftwerk. Museo Guggenheim, 12/10/2016


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A imagen y semejanza de los conciertos que Kraftwerk concedio en el Museo MOMA de New York en 2012, un álbum completo de su discografía distinto cada noche numerados del 1 al 8 (curiosamente «The Mix» un álbum de remezclas también se incluyó), el Museo Guggenheim de Bilbao ha retomado la iniciativa de la Música a los Museos (Bjork tan original como siempre se añadiría a posteriori a esta propuesta en forma de archivos visuales). El álbum elegido esta noche era «Techno Pop» , concebido originalmente con ese titulo, pero el año en que desembarcó el trabajo el termino Techno-pop estaba muy degradado. ¿Qué era exactamente Tecno-pop ? New Order, Depeche Mode, OMD, pero también Limahl, Lio, A-ha y cualquier producto para consumo masivo de jóvenes fans de la época. Los anglosajones para distanciarse, ¡ todavía mas ¡ de esta corriente musical que hizo furor en los ochenta se inventaron el termino Synth-pop , de forma patética metieron allí todo lo que les dio la gana.

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Es por ello que a finales de 1986, Kraftwerk rebautizaran este álbum conceptual de por otra parte un estilo musical creado por ellos. Si alguien lo duda ruego escuchen «The Model» de 1978 . Así «Techno Pop» se cambio por «Electric Cafe», poniendo énfasis en la digitalización de la vida diaria. Muchos puristas no lo ven como uno de sus mejores álbumes del grupo, pero para su desespero hay que recordarles que ¡¡¡todos¡¡¡ sus conciertos se cierran con el tamdem «Boing Boom Tschak / Music Non Stop», para jubilo del respetable.
Las representaciones gráficas de Rebeca Allen de la época, espartanas y efectivas, no han envejecido para nada a dichos temas que acompaña. Además los mejores remixes del magnifico François Kevorkian para «The Mix» fueron para los temas de «Electric Cafe». Por ello y con todo el concierto entero en 3D, sonaron dichos temas, además de «Electric Cafe» y de una magnifica «Telephone Call» con versiones extendidas para gozo del publico.

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Pero el Mc Guffin que tenían escondido salio a mitad de concierto con el «Sex Object» (¡¡puro Yello¡¡) cantado en castellano, al igual que la edición española de la época. ¡¡¡Delirio¡¡¡ para las selectas 800 personas, máximo aforo permitido en el Museo en una muy espartana puesta en escena, pantalla para proyección 3D y 4 simples atriles. ¡¡Ojo¡¡, los Robots no salieron esta vez, se quedaron en sus cajas para eventos mas confeccionados como el concierto del Liceo de Barcelona del año pasado. Pero sonó (y vaya si sonó bien esa canción) con un Ralf Hutter entregado en que la presencia de su sintetizador fuera en riguroso directo y no en mero programado, de ahí que sonaran precisos pero a la vez raros, orgánicos. Cayeron (casi) todos sus hits predecibles, casi habría que empezar a contar por los que no sonaron.

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Empezaron con un clásico en 3D, «Numbers», siguieron los ya entrañables «Radioactivity» (con referencias en japones a Fukushima), «Autobahn» (el logo de Volkswagen estaba borrado, no así el de Mercedes, ¿casualidad?), «Trans Europe Express», «The Model», «Tour de France», «The Man-Machine», «Computer Love», ¡hasta sonaron «Expo 2000» y «Aerodynamic»! La nota de humor como ocurrió en el concierto del Liceo en Barcelona fue con «Spacelab» (magnifico aquí el 3D), aterrizando esta vez en el Guggenheim de Bilbao (alguien les tenia que haber advertido que la Plaza Real de BCN no era uno de los mejores lugares para aterrizar; los personajes de Nazario o los infinitos guiris les hubieran hecho desistir, de ahí las risas que provoco en Barcelona).
Que decir a estas alturas de un concierto de Kraftwerk . «Dioses», parieron todo el electro, qué más se les puede pedir. Mantienen su legado siempre a punto, suenan modernos, potentes, con un impacto visual brutal y totalmente novedoso, el 3D y sus monos de trabajo lo atestiguan. No están todos los que eran, pero poder verles tocar a escaso metro de distancia valía la pena. La elección de uno u otro disco para la velada era totalmente accesorio, eran ellos y su música, las ocho noches de conciertos eran caballo ganador.
¡¡Grandes, volved cuando queráis¡

Texto y fotos: Carlos Climen

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