Carlos Gardel, el célebre actor y cantante de tangos, decía en uno de los versos de su tema “Volver”: “Volver con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien, sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada”, esa canción siempre me ha recordado a mi infancia, cuando mi iaia entonaba melodías de la postguerra, y como uno es sentimental hasta la médula, cuando llega el verano siempre tiene la necesidad de “Volver” a algún lugar querido. Y ese lugar para mí, es Benicàssim. No es que allí haya pasado parte de mi infancia, pero si tiene connotaciones muy importantes para mí.
Mi pasión por la música se remonta a 1995, cuando recién entrado en el Instituto San Vicente Ferrer en 1º de B.U.P me junté con unos compañeros que me hacen subir unos peldaños al altar musical, y entre la eclosión del britpop y el inicio del indie español, hacen que devore discos y me las ingenie para documentarme acerca de lo que estaba pasando en el panorama musical.
Una de esas indagaciones me hace leer en el suplemento de La Cartelera del Levante EMV que mi padre lee a diario, un artículo donde hablan de conciertos, discos y una palabra que por aquel lejano 95 me llama la atención, “festival”. Los Hermanos Morán, gestores de la sala Maravillas en Madrid buscan trasladar la formula festivalera y encuentra en el municipio castellonense de Benicàssim el enclave perfecto para celebrar una primera edición que en plena adolescencia me lleva a desear de manera casi mesiánica. Nace el Festival Independiente de Benicassim. FIB. que luego evolucionaría a Festival Internacional de Benicassim.
Conforme pasan los años la cita se va consolidando, un primo mío acude en 1996, unos pocos amigos en 1998 hacen una nueva incursión… esas primeras incursiones cercanas me llenan de envidia y recelo. Pero mis notas impiden que me sume a la misión.
No es hasta el año 2000 cuando mis queridos Oasis son confirmados para la edición. Los meses previos consigo ir a verlos a Barcelona y allí me llevo una de las decepciones más grandes mi vida. Cuando estamos en el Pabellón de la Vall d’Hebrón esperando para ver a mis hermanos Gallagher, una pelea entre ellos trunca el concierto, anulan la gira y nos citan para julio de nuevo. A esa nueva cita ya acuden sin Noel, el concierto para mí es una liberación, pero no es lo mismo, me falta algo. Cuando llega agosto y el FIB anuncia que Noel Gallagher tampoco estará en el concierto, rompe en añicos mis esperanzas de pisar el festival.
Es en 2002 cuando decido ir sí o sí, el cartel anunciado es tremendo. Radiohead es uno de sus mayores reclamos, los Chemical Brothers y Los Planetas, The Cure, Muse, Suede… todo parece perfecto, pero un mal año universitario da con mis huesos trabajando todo el verano y mi anhelo de FIB se hace añicos otra vez.
2003 es el año, tengo que ir. Lo necesito. Ese año no se me escapa el FIB y parece que los astros se alinean, consigo trabajo, tengo dinero y compro el abono. Ese día en la Fnac, pagando 115 euros una tarde de junio me veo más cerca de cumplir un sueño. Ir por fin al Festival Internacional de Benicàssim. Desde ese año, que logro el objetivo, no he fallado ninguna edición. Mis veranos, vacaciones y tiempo se han organizado muchas veces en torno al festival. Cuando no tenía pareja, cuando la tenía, cuadrando trabajo, unos años con más ganas, y otros con menos. 14 años seguidos, y este 2017 será mi 15ª edición. “Que 15 años no son nada…” que diría Gardel. 2017 será mi 15ª vez, un año importante, donde además en el terreno personal dejo la soltería tras encontrar al amor de mi vida, que obviamente ha entendido mi sentimiento por y para el festival, lo ha respetado, y además me acompañó en 2015.
Voy a repasar mis 14 ediciones con pequeñas/grandes anécdotas. Seguro que se acaban sumando más.
2003. La primera y de las más especiales. Mis amigos de la playa me despiden casi como un héroe que va a la batalla, planto mi tienda en un camping que arde más que el infierno y apenas duermo durante la cita. Recuerdo también la vuelta en tren, orgulloso con mi pulsera que mantengo casi 2 meses, como el que luce una condecoración. He visto a Blur, uno de mis grupos fetiches de la adolescencia. Gozado con Beck o Placebo, visto a un Nacho Vegas pletórico con gafas de sol a mitad de tarde. Hago grandes amistades que aún me duran. Un éxtasis que marca todo mi año y hace anhelar la próxima edición.
2004. El FIB cumple 10 años. Me llaman para trabajar una semana antes y mi presencia se tiene que ver reducida a una única jornada. Elijo sábado. Morrissey, Los Planetas, Primal Scream, Belle and Sebastian, Lou Reed…casi nada. Lou Reed da un concierto memorable, intenso y épico. Los Planetas acaban su concierto con su primera cercanía al flamenco, que a la postre es hacia donde han dirigido su carrera. Nos llevamos el disgusto de la cancelación de Morrissey. Aun así la experiencia es única.
2005. Vienen Oasis otra vez, aunque unos años antes ya me he resarcido de ver a los Gallagher al completo. Veo el concierto en primera fila, y hay momentos que pienso que la marabunta hooligan va a poder conmigo. Nick Cave da un concierto memorable, dejando a mis amados Oasis como un grupo de pop quinceañero. The Cure me gustan muchísimo. Kaiser Chiefs arrollan en pleno sol. Dinosaur Jr me flipan, y las pintas y música de un tal Daniel Johnston me dejan boquiabierto. Es el último año que acampo, NUNCA MAIS.
2006. Año de referencia. Sold out por parte del festival y mi primer FIB masivo. Además es la primera edición que se traslada a julio. Recuerdo mucho agobio, ríos de gente, calor. En Pixies hay una avalancha que hace temer lo peor, es la primera que pienso que puede pasar algo gordo. Depeche Mode me dejan alucinado, ¡que concierto! The Strokes me decepcionan y me llevo la grata sorpresa de lo divertidos que son en directo Madness. Nos quitamos la espinita Morrissey y además es mi primer FIB donde van mi grueso de amigos.
2007. ¡Me tocan abonos en un sorteo! Tenía pensado ir solo un día y gracias a una compañía de teléfono acabo yendo de viernes a domingo. Me lo tomo como un FIB tranquilo, de ver muchos conciertos y no tan masivos. Wilco, Devo, Arctic Monkeys, Muse, Kings of Leon, BRMC, Calexico…pero vemos a unos incipientes The Horrors, Amy Whinehouse (antes de su caída a los infiernos), The Hives o Animal Collective.
2008. Mi fe se ve trastocada y tengo dudas. Otras propuestas me llaman la atención y acabo yendo solamente un día. El domingo la presencia de Leonard Cohen es el detonante. Uno de los mejores conciertos de mi vida. Mis amigos me dejan solo y se van a Death Cab For Cutie, blasfemos. Justice atrona en una carpa a reventar con una cruz brillante y luminiscente. Enrique Morente y Lagartija Nick dejan atónitos a propios y extraños con su propuesta. En 1996 no fue muy bien entendida, y ahora se confirma como excepcional, nunca es tarde.
2009. FIB agobiante, hacen soldout. Oasis vuelven y ofrecen un concierto decepcionante, a los pocos días se separan. Mucha gente, muchísima. Hay un vendaval y se acaba anulando la jornada del viernes. Kings of Leon se quedan sin actuar y el resto del festival pasa para mí con más pena que gloria. Una lástima.
2010. Un FIB diferente, es el primero que me acreditan como prensa. Intento ver la mayor cantidad posible de conciertos. Ray Davies me deja perplejo, ¡que tío más bueno! Gorillaz hacen que cumpla uno de mis sueños de verles, me encanta su propuesta. Prodigy hacen una rave en el escenario principal. Bailo hasta caer redondo con The Specials. Hot Chip, Echo & The Bunnymen, Foals, Peter Hook... conciertazos y con casi la mitad de gente que el año anterior, una gozada de FIB.
2011. Nos juntamos una buena tropa, intentamos contener fuerzas pero el primer día ya lo damos todo con Pendulum y Chase and the Status. Nos dejamos llevar y acabamos cerrando el festival todos los días, agotador. Arcade Fire en plena forma se ratifican como una banda para la eternidad, Arctic Monkeys suenan más oscuros y sucios, la propuesta de Mumford and Sons se consolida y Primal Scream siempre serán una de las mejores bandas que hayan pasado por Benicàssim, podrían ir todos los años y nunca defraudarían.
2012. Año marcado en rojo. Vuelven Stone Roses y Noel Gallagher debuta con su proyecto en solitario en el festival. Gozamos ampliamente ambos conciertos. Intuimos a un Bob Dyan que no permite que se le acerque ningún objetivo gráfico. El hip hop empieza a tener presencia en el festival y la acogida es buena. La media de asistentes baja, se está bien y sin agobios.
2013. Miedo. Hay rumores de que el festival puede no celebrarse, cuando al final se confirma que sigue adelante respiro aliviado. Es una edición extraña pues mi entorno decide no asistir, pero yo no cejo en mi empeño, acudo. Confirman muchos artistas que me gustan. Queens of the Stone Age rompen moldes, Primal Scream cumplidores como siempre, BRMC me entusiasman, Arctic Monkeys siguen con su vena más oscura y menos teenager, The Killers siempre en mi equipo, Miles Kane un valor seguro y un incipiente Jake Bugg se gana al respetable. Beady Eye hace lucirse a un Liam Gallagher que tiene que recurrir a temas de Oasis para enganchar al público.
2014. Amago de resurrección. El FIB cumple 20 años. Kasabian y The Libertines figuran como máximos reclamos. Llueve en el festival mientras Of Montreal hacen una memorable actuación. Durante la actuación de los de Leicester salen bengalas. Jake Bugg toca “Broken” mientras chispea, precioso momento. Tycho hace un concierto precioso también, vuelvo a ver a Travis después de muchos años. Charlatans, grupo fetiche del FIB siguen en plena forma.
2015. La resurrección se confirma. Me estreno tras el objetivo de las cámaras que compagino con mi labor de redactor. Blur es el máximo reclamo que deja una actuación memorable. Los Planetas vuelven al FIB en plena forma. Noel Gallagher da un concierto espectacular con un acústico de “Champagne Supernova” que me pone un nudo en la garganta. Florence + The Machine se resarce de su cancelación hace unos años con un concierto muy emotivo. The Prodigy hace otra rave increíble en el escenario principal.
2016. El FIB parece que vuelve por sus fueros. Muse aparece en todas las portadas y es el artista que más público atrae. The Chemical Brothers, Massive Attack, Disclosure, Major Lazer, Kendrick Lamar, Jamie XX, Soulwax entre las muchas bandas que dejan un saber de boca más que agradable. Descubro a unos Young Fathers que me cautivan, la vuelta de Chucho, o Soledad Vélez y Ramírez Exposure elevan una cuota valenciana espléndida.
¿Y qué espero de esta edición de 2017? Una plaquita por mis 15 años no estaría mal, pero con disfrutar de los conciertos, seguir gozando de esa sensación de estar en casa cuando llegas al recinto, la adrenalina al acreditarte, el trago de la primera bebida, el calor, y esa sensación de pérdida irreparable cuando abandonas el recinto, o cuando el vals indica que la edición en curso está agotando sus horas, los vasos de plástico en el suelo, en inglés que chapurreas con los foráneos del festival. Todo eso en conjunto es el FIB. Por muchos años más.
Xavi Hernández – Coordinador de El Club de los Pilotos Suicidas