El artista maliense Salif Keita ha sido reconocido con el galardón del festival de Cartagena por “haber superado todo tipo de prejuicios dentro y fuera de África en su defensa de la población con albinismo y de quienes cantan sin pertenecer al casta griot, y por la inspiración de su poderosa voz y haber sabido mezclar la profunda tradición de su región con los sonidos globales”.
Salif Keita, la voz dorada de África, ha decidido retirarse, al menos de los estudios de grabación. Hace unos meses lanzaba el que va a ser su último trabajo “Un Autre Blanc”, un canto a la diferencia de quien ha transformado la música del continente africano a través de sus discos. La Mar de Músicas, festival que lo ha acogido a lo largo de su carrera con diferentes proyectos, le va a entregar este año su premio por “haber superado todo tipo de prejuicios dentro y fuera de África en su defensa de la población con albinismo y de quienes cantan sin pertenecer a la casta griot, y por la inspiración de su poderosa voz y haber sabido mezclar la profunda tradición de su región con los sonidos globales”. Keita recogerá el premio La Mar de Músicas 2019 el lunes 22 de julio. Ese mismo día, ofrecerá un concierto en el festival de Cartagena. Las entradas ya están a la venta.
David Martínez Noguera, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Cartagena, anunciaba hoy que el premio de La Mar de Músicas se le concede a Salif Keita por ser “uno de los mejores talentos musicales que el continente africano ha dado. Keita nos ha regalado una carrera que va más allá de medio siglo. Con casi 70 años, es conocido no sólo por su voz poderosa y apasionada, también por su albinismo, que lo ha hecho blanco de piel y negro de sangre. Keita ha cantado para Nelson Mandela, y en ayuda a Etiopía. Continúa cantando para resaltar la desesperada situación de quienes padecen albinismo en África, a los que les dedica su tiempo y su talento recaudando fondos”.
El premio La Mar de Músicas que este año recibirá Salif Keita ya ha sido recogido en otras ediciones por Totó la Momposina, Oumou Sangaré, Susana Baca, Cheick Lô, Pablo Milanés, Omara Portuondo y Gino Paoli.
A 37 kilómetros del sur de la capital de Malí, Bamako, en Djoliba, nacía en 1949 Salif Keita. Eran los últimos años del gobierno colonial francés. Malí se independizaba en 1960. Creció siendo uno de los diez hijos de una familia directamente descendiente del rey guerrero Sundiata Keita, fundador del imperio de Malí en el siglo XIII. Eran aristocráticos, pero muy pobres.
Nació con albinismo, una afección causada por la ausencia de pigmentación de melanina en la piel. Cuando era niño, su familia lo protegió, hasta que comenzó la escuela. Era blanco y muy consciente de su diferencia. No pudo ser maestro como soñaba. Temían que asustara a los niños. Salif no quería ser músico, era de una familia de nobles y en Malí los nobles no hacen música. Eso era para los griots. Aunque sus opciones eran pocas, como él ha declarado en numerosas ocasiones “o músico o delincuente”.
No contó con el apoyo familiar para iniciarse en la música. Intentaron detenerlo, pero él escapó y se fue a Bamako, donde comenzó a cantar en cafés y restaurantes. Aprendería a tocar la guitarra y se unió a la Rail Band, donde entretenía a los comensales de un restaurante cercano a la estación de tren. Luego se uniría a Les Ambassadors, la banda más popular en los años 70 en el continente africano. Proyecto que recuperó en 2014 y con el que se presentó por última vez en La Mar de Músicas.
En la década de los ochenta, Keita se mudó a París, donde lanzó su primer álbum; una obra maestra de la música del continente bajo el título de Soro. Un punto de inflexión para la música popular africana, ya que por vez primera a las raíces africanas se le unía la tecnología moderna. El resultado fue y sigue siendo la música africana más sublime de nuestros días. Y en medio de ese fascinante andamiaje sonoro, los textos de sus canciones, que hablan de sus preocupaciones medioambientales o de los derechos de los albinos en Mali. Un testimonio crítico de la realidad de sus contemporáneos, de su pueblo y de su tiempo.
Vendrá a La Mar de Músicas con su 14º álbum de estudio, y según dice, el último; después de una carrera extraordinaria en la que ha transformado la música del continente. En su música se ha atrevido con el rock, el reggae, el hip-hop, el jazz contemporáneo… ha colaborando con artistas como Joe Zawinul, Wayne Shorter, Cesaria Évora, Carlos Santana, Bobby McFerrin, Esperanza Spalding o Snarky Puppy.
Salif Keita además trabaja y supervisa dos fundaciones, Salif Keita Mali y Salif Keita Global Foundation, con sede en Estados Unidos, donde ofrece ayuda a la población albina, además de combatir prejuicios. Gran luchador en la defensa de las personas albinas en África; continente donde las supersticiones están muy vivas y donde la población albina es rechazada, golpeada, asesinada o desmembrada para utilizar partes del cuerpo en rituales mágicos. En noviembre pasado, Keita organizó un concierto benéfico para crear conciencia sobre el problema después que una niña de cinco años con albinismo, Ramata Diarra, fuera asesinada y decapitada en un ritual en la ciudad de Fama, al oeste de Bamako.