ARCTIC MONKEYS – AM (Domino Records, 2013)
Aunque hoy parezca mentira, casi nadie en 2005 estaba dispuesto a rebatir las apocadas palabras de Alex Turner en aquella presentación mítica de su hit I Bet You Look Good On The Dancefloor, “please, don´t believe the hype”. Aunque resultaba en parte lógico que muchos desconfiaran del repentino éxito de cuatro chavales norteños con acné recién llegados a las listas de éxitos de UK, gracias a su masiva distribución de material en su MySpace; el descaro, la energía y la adecuada mezcla entre costumbrismo y ansias de juventud en las letras de Turner no tardaron mucho en conquistar a crítica y público, ansiosos ambos de encontrar “The Next Big Thing”.
Los infecciosos pildorazos de Whatever People Say I Am, That’s I’m Not (2006), herederos de bandas como The Jam o Buzzcocks o referencias más recientes como Libertines, continuaron en Favourite Worst Nightmare (2007), con la banda ya consagrada y mucho más curtida en directo. Es sin embargo en el periodo 2008-2009 cuando la carrera de Alex Turner comienza a sorprender a propios y extraños; debido especialmente a la ambiciosa aventura junto a su colega Miles Kane en The Last Shadow Puppets, el esplendido The Age Of Understatement donde mostraba una cultura y asimilación musical insólita para su edad (blues sesentero, jazz, spaghetti western, etc.). El reconocimiento obtenido con este proyecto paralelo le animó a moverse con su banda matriz hacia terrenos más ambiciosos, como demostraron el robusto Humbug (2009) muy influido por el rock stoner, y el psicodélico Suck It And See (2011). Y así hemos llegado a 2013, con Alex Turner, Matt Helders, Jamie Cook, Nick O’ Malley conformando una de las bandas de rock más en forma del planeta.
Arctic Monkeys repiten con sus mentores James Ford (Simian Mobile Disco) y Josh Homme (Queens Of Stone Age), quienes mejor han entendido y apoyado al grupo en su transformación tras The Last Shadow Puppets. En esta ocasión, los de Sheffield han llevado sus inquietudes hasta sentirse inspirados por estilos a priori tan alejados de su registro como el r&b o el hip-hop, pero convenientemente aderezados en el conjunto de un disco que sigue oliendo a rock británico por los cuatro costados. De otro modo no se podría haber concebido un tema como Do I Wanna Know?, que en principio no mata pero cuya rítmica cadenciosa y trotona, con la voz medio negra de Alex Turner como quebradizo hilo conductor, va ganándote más y más con cada escucha (mi tema más escuchado del verano), o como Why D’You Only Call Me When I’m High, muy pegadiza, cuyo video rinde homenaje a las borracheras más impredecibles y sufridas.
Are U Mine, que salió en 2012 como single aparte, forma parte ya del ingente repertorio de hits de la banda, con esa galopante batería de Matt Helders dándole cuerpo al tema. El estado de confianza de la banda se sigue apuntalando entre sensuales falsetes de Turner y abrasivas bases rítmicas de Helders, O’ Malley y Cook, capaces de abrazar con fuerza la inspiración Beatle con temazos como No 1 Party Anthem o a recoger el testigo de la contundencia de Led Zeppelin o Deep Purple en One For The Road, canto de debilidad por amor en el que Turner saca partido a todo (destaco las frases de “from the bottom from your heart, the relegation zone, i saw this coming from the start”).
Temas como Arabella muestran que han ganado musculo y fuerza en todos estos años, sorprendentes números retro como Mad Sounds o Snap Out Of Me muestran como son capaces de sonar totalmente atemporales, mientras que canciones como Knee Shocks muestran un futuro potencial para dar con hits muy bailables. Los puntos más débiles del disco serían la para mi anodina balada final, I Wanna Be Yours, y una I Want It All que cruza descaradamente el sonido de The Black Keys con el inicio de Shoot The Runner de Kasabian.
Conscientes de haberse diferenciado de muchos de sus compañeros de generación que apostaron al caballo ¿ganador? de electronizar su sonido añadiendo capas de sintetizadores (Bloc Party, Editors, Hard-Fi, etc.); los Arctic Monkeys han conseguido convertirse en una de mis bandas favoritas por apostar a sonar clásicos y desacomplejadamente rockeros en un momento necesario para ello. Ojalá sigan creciendo como hasta ahora y puedan darnos más agradables sorpresas como esta.
Juan Pablo Reig
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