Pablo Und Destruktion no usa púas: usa cerillas para tocar una guitarra embadurnada de gasolina con 98 de octanaje. El calor que le da quemarse a lo bonzo en cada canción es una actitud, la de artista disidente, es la temperatura en la que el asturiano se encuentra especialmente bien, aunque a su alrededor nada lo esté del todo.
A eso es a lo que canta en «Te quiere todo el mundo», el regreso del mejor registro de un Pablo Und Destruktion que se debate entre una canción protesta que parece combatir, precisamente, la hipocresía de esos mismos artistas que abanderan la protesta actual; y en donde se posiciona como una especie de cantor que se debate entre ser un sátiro de la mala leche y un trovador de amores tomar en un momento donde, aunque quizás no lo quiera todo el mundo (o no tanto como cuando comenzó a decir lo que pensaba sobre ciertas cosas), él celebra hasta la vida de sus enemigos.
Así ve él su nueva movida:
«En estos años horribilis de locura, pandemia, guerra y aceite de oliva con sistema de alarma antirrobo yo me he encontrado a personas buenas y nobles hasta el parraque, o quizás he aprendido a apreciarlas mejor, todo puede ser, y todos ellos han participado en este disco, que en el fondo es un disco de paz, amor y redención.
¿Jipi? Algo de eso hay, pero con la mala leche, y hablando en llano cristiano, que de lo especialito nos hemos cansado todos. Al final nuestro objetivo está claro, no lo voy a nombrar en vano, y solo hay que seguir el rastro de migas de pan. Así he hecho yo el mío, con canciones, gestos y ejemplos de amigos y referentes. Y en estos años pues yo también me he ido comiendo el bocata de mi propia vida y aquí dejo estas 12 tonadillas para quien puedan servirle.
Así que oye, llegados a este punto y de esta manera: bienvenido sea el Apocalipsis, y muy agradecido por sus servicios. Viva la vida, también la de mis enemigos, aunque nos tengamos que batir el cobre de vez en cuando, que tampoco pasa nada. De eso también va este disco. Paz.»
El álbum, grabado en La Synthesis, el estudio que el propio Pablo Und Destruktion tiene montado en su aldea y en el que se encerró el grueso de la banda, formada por Víctor Herrero, Ángel Kaplan, Pablo Gonzalez, Rodrigo Roces y Justo Bagüeste, y Liverpool, donde Mikey Kenney orquestó una sección de cuerdas basadas en el fiddle, un tipo de violín tradicional irlandés; contó con la mezcla, masterización y co-producción de Aarón Morris, conocido por producir discos de Rebe o Adiós Adiós y por su álter ego de Otro.
En las canciones, Pablo Und Destruktion nos introduce en el disco con una declaración de intenciones, esto va de transgredir por virtud («Una proposición decente»), para después confrontar a las derivas majaras de la democracia («Dementocracia») y a sus compañeros más serviles y funcionales con el sistema («Artistas contra la cultura»), para después desplegar su faceta «constructiva», la que pone orden y belleza en serenatas con el suficiente sarcasmo, romanticismo y análisis crítico («Mujer», «La higuera de las vanidades» o «Una proposición decente»), en himnos al autonanálisis liberador («El que vive a su manera» o «Soy una persona tóxica»), y en reflexiones sobre el sexo en tiempos de amor de cristal («La reacción sexual»), entre otros movimientos.
Quizá «Te quiere todo el mundo» sea el álbum más pirotécnico (¡y ya es decir!) y a la vez cotidiano narrativamente hablando de un Pablo Und Destruktion que recupera su mejor tino y su tono más irónica y sarcásticamente severo hasta la fecha en un ejercicio que vuelve a posicionarlo como uno de los mejores y más necesariamente incómodos cantautores (o autocantores) de lo que llevamos de siglo.