Viernes 14/05/2013
Feria Gran Via L´Hospitalet (Barcelona)
Atraídos mayormente por la presencia de Kraftwerk en el Sonar, realizamos nuestra primera incursión en el festival como visitante, y también para el Club de Pilotos Suicidas. Con un cartel en el que celebraba el Sonar sus 20 años de existencia, la jornada del viernes se veía ligeramente descompensada ya que el Sonar Club dedicó la mayor parte de la noche a los ritmos dubstep. Si hubiera recalado alguno de los artistas del Sonar de Día (como Modeselektor o Atom TM) en su sesión nocturna, quizá hubiera sido más diverso el cartel, según nuestro parecer. Ello no impidió que la entrada fuera satisfactoria, con un público que llenaba el recinto y en ocasiones los distintos escenarios se mostraban abarrotados.
Pero comenzamos la crónica de lo que vimos en el pabellón de Fira Gran Vía de L´Hospitalet, donde abrieron fuego Raime, el dúo británico formado por Joe Andrews y Tom Halstead, que construyeron sombrías atmosferas con los temas de su primer trabajo, “Quarter Turns Into A Living Line”, como una banda sonora de algún film de terror de John Carpenter. Las proyecciones que acompañaban su sonido, sin melodías definidas, se acoplaban a la perfección, mostrando lugares derruidos y ambientes insanos creando paisajes post-apocalípticos. Los graves sonidos del bajo te golpeaban como una patada en el estómago, haciendo el suelo temblar de manera devastadora.
Seguidamente, y a la hora fijada, aparecieron sobre el escenario Kraftwerk, en lo que es por el momento su show en 3D para el cual se entregaba en la entrada unas gafas especiales con las que ver sus proyecciones. Estamos ante un espectáculo único, histórico, y nada mejor que los 20 años de Sonar para celebrarlo con una revisión de los temas emblemáticos de la carrera de la banda alemana. Con Ralf Hutter como único superviviente de la formación original, los hombres máquina comenzaron su show con “The Robots”, con la que vimos los efectos del 3D en los robots que parecían traspasar la pantalla con sus brazos mecánicos.
También ha sido una oportunidad de escuchar temas que antes habían interpretado en pocas ocasiones en directo, como “Metrópolis”, o “Spacelab”, en la que hicieron un guiño a nuestro país: desde la cabina de la estación espacial se contemplaba la Tierra, y aproximando el objetivo se detuvo en España. La dupla “Numbers” y “Computer World” fueron de las más celebradas, con sus ritmos percusivos que sonaban de forma excelente, con un sonido depurado y cristalino. No faltó tampoco “The Model”, aunque muchos detractores digan que Kraftwerk llevan todo grabado, aquí vimos como Hutter interpretaba el solo de teclado. Es más, la máquina también comete errores, como sucedió con “Neon Lights”, en la que Hutter entró a destiempo en una de las ocasiones con el estribillo de la canción. Por otro lado, Hutter movía el pie al ritmo de la música de manera imperceptible durante algunos segundos. El viaje por la “Autobahn” fue extenso, con un tramo final más acelerado tras una ligera parada en la parte media, y el “Tour de France” levantó el ánimo del público, ensamblando a continuación el “Tour de France 2003”, sin olvidar “Radioactivity” con sus referencias a la central nuclear de Fukushima, o “Trans Europe Express”, un viaje a través de los raíles metálicos. No descartaron algunos de sus más recientes temas como “Vitamin” o “Aerodynamik”, para cerrar su actuación de manera espectacular con la suite “Music Non Stop” tras la que se ausentaron del escenario uno por uno mientras Ralf Hutter realizaba una versión extendida, siendo el último en abandonar el escenario tras dos horas intensas.
Durante un rato observamos la sesión de Angel Molina en el Sonar Car, o la pista de los autos de choque, donde el ritmo del techno y el house era el claro vencedor ante una audiencia mayormente nacional. Molina lleva desde el inicio de su carrera vinculado al Sonar y es sinónimo de calidad, no defraudando durante el breve tiempo que permanecimos en la pista.
Abriéndose el Sonar a otros estilos no electrónicos, la presencia de Two Door Cinema Club fue como un refresco entre tanto ritmo duro, y el Sonar Pub presentaba un aspecto increíble, a rebosar. Y es que el trío irlandés (cuarteto en su formación para directo) tiene una legión de fans, atraídos por unas sencillas canciones pop con un gancho rítmico especial, más las del primer trabajo “Tourist History” que del segundo y reciente “Beacon” Aún así, lograron levantar a la audiencia con canciones como “Undercover Martín”, “I Can Talk” de la que ofrecieron una versión extendida, reservando para finalizar su más claro éxito “What You Know”, introduciendo el estribillo acapella para acometer a continuación el conocido riff de guitarra, tan adictivo como el primer día.
Si la audiencia quería espectáculo, lo tuvieron con el de Major Lazer, que acompañado por dos esculturales coristas de color movieron su “booty” por el escenario del Sonar Club. Arropado por un sound system, no cesó de moverse arriba y abajo del escenario, convirtiéndolo en una celebración, y lanzando un cañón de confeti sobre el público en “Get Free”, su más reciente hit.
Para éxito, el que obtuvo Skrillex a continuación, con el público entregado de una manera especial. La electrónica más popular, en este caso el dubstep con su ritmo sincopado, retazos de jungle y secuencias ácidas parece que es lo que arrastra a las masas, y Sonny Moore sabe cómo dárselo. Vestido con una camiseta del Barça con el nombre de “Skrillex 666” a la espalda, también hizo un guiño al público mostrando en las pantallas una bandera cuatribarrada. Con su truco del “drop” los bajos retumban y las subidas desembocan en chirriantes sonidos metálicos sacados de una chatarrería. Lo demás, a tenor de lo observado, no importa cuando el público se enardece con temas como “Right In” o cierra su actuación con la remezcla del “Levels” de Avicii que realizó Moore. Música para las masas.
Otros que también realizaron un set de contundente techno fueron Karenn, la pareja londinense formada por Blavan y Pariah que forzaron el 4×4 con un omnipresente bombo a lo largo de su tiempo. Desprendieron energía y el público lo agradeció, siendo uno de los mejores live que hayamos podido contemplar.
Dando por concluido nuestro periplo en el Sonar, volvimos al Sonar Lab para ver a Derrick May, uno de los puntales del techno de Detroit, ofreció una clase magistral con un estilo depurado y una técnica increíble, con tres reproductores de CD y un giradiscos, pues todavía utiliza vinilos. Es una delicia escuchar cómo baja y sube sonidos de bombo y los suelta al compás, golpeándote en todo el rostro. En su línea habitual, May es sinónimo de calidad y para esta ocasión de aniversario del Sonar no iba a ser menos.
Cronica: Carlos Ciurana
Fotos: Carlos Climen