Temples
Sun Structures
Heavenly Recordings 2014
Uno de los momentos más creativos de la música moderna, el rock psicodélico de finales de los años sesenta, parece alimentar en los últimos años las esencias de una nueva ola de grupos australianos como Jagwar Ma o los cada vez más exitosos Tame Impala. Inspirados en los Beatles de Revolver, así como en otros grupos como The Doors, The Yardbirds o Donovan, han vuelto a poner sobre el tapete la luminosidad y sonidos alucinados más propios del periodo 1965-1969. El revival no ha tardado en llegar al Reino Unido, que con toda la pompa característica presenta el primer grupo a seguir del año.
Temples habían llamado ya en 2012-2013 la atención de varios artistas, entre ellos padrinos del britpop como Noel Gallagher y Johnny Marr, y se han movido a lo largo de los principales festivales europeos con bandas como Suede o The Vaccines. Es posible que por esto, James Edward Bagshaw (guitarrista y cantante), Thomas Edison Warmeley (bajista), Sam Toms (batería) y Adam Smith (teclados y guitarra) puedan caer en la más absoluta indiferencia para Pitchfork Media, tan proclive a bajar a la tierra la himnofilia británica y a la vez con dificultades en los últimos tiempos para valorar el talento de grupos no americanos.
Estamos ante un disco que podría haber animado en la California de 1966, con guitarras caleidoscópicas, suaves percusiones y viejos micrófonos; pero a la vez ejecutado con el mimo de este siglo XXI. El tema inicial Shelter Song retrotrae a un atardecer cantado por John Lennon casi cincuenta años después, no en vano el tema se inspira en la maravillosa Rain con la que los Beatles dieron inicio a su etapa Revolver en 1965, una delicia de apertura en todo caso. La homónima Sun Structures parece un logradísimo puzzle entre Tomorrow Never Knows de los Beatles, Matilda Mother de Pink Floyd y A Promise de Echo And The Bunnymen con los obligados sitar y baterías galopantes, pero si la mezcla suena bien aunque únicamente sea por las referencias, espera al estribillo, a los coros medio spaghetti-western y a las distorsiones del final para acabar de juzgar la gema, una de las mejores composiciones rock de los últimos tiempos.
Dos temas brillantes, lo que en muchas ocasiones supone un hype de temporada, aquí solo es la antesala de mucho más. The Golden Throne recuerda un poco a los últimos fenómenos del rock británico, desde Kasabian a la etapa actual de Arctic Monkeys de falsete y ligeras influencias hip-hop, pero con unos sintetizadores y baterías muy envolventes, e incluso un sorprendente puntito pop a lo I Will Survive de Gloria Gaynor en el estribillo. Más sabor clásico encontramos en Keep In The Dark, de baterías trotonas, que el melómano identificará rápidamente con el glam de T-Rex y con algunos hits rockeros recientes como Howlin for You de The Black Keys o Elephant de Tame Impala.
Las comparaciones con estos últimos podrán ser más o menos evidentes, pero si tuviera que distinguirlos creo que los australianos serían más The Doors/Pink Floyd y los británicos algo más pop, como The Byrds. Todas sus composiciones son en general más digeribles y concretas que las del proyecto de Kevin Parker, algo que se puede apreciar en Mesmerize, que cuenta con un riff de corte oriental y buenos teclados que endulzan la psicodelia del tema. El nivel a la mitad sigue siendo muy alto, cuando nos queremos dar cuenta nos sumergimos en la elegancia de Move With The Season (mi favorita), heredera del mejor Ray Davies o Paul McCartney, o en la acida y envolvente Colours To Life, uno de los singles que ya dieron a conocer en 2013.
A Question Isn’t Answered comienza con palmas para intentar clavar entre órganos, flautas y distorsión el sonido de The Piper And The Gates of Down (primer disco de Pink Floyd) en pleno S.XXI. Más sencilla, The Guesser vuelve a mostrar su cara más accesible y popera, barnizada con unos toques jazz en la sección rítmica. La llama de Sun Structures no se apaga hasta el cierre acústico a lo King Crimson de Fragment’s Light; con un Test of Time lleno de luz, algo tan brillante como conjugar a Beach Boys con el Let Forever Be de The Chemical Brothers y el San Francisco de Scott McKensie, o el nuevo guiño a los Beatles más orientales (los de Within You Without You) en Sand Dance aunque con un mayor carácter instrumental que en temas anteriores.
Sin disponer de ningún gráfico de proyección ni conjeturar que será de ellos en cinco años o así, es indiscutible el alto nivel de este nuevo grupo británico con un debut apabullante y certero, demostrando que para dotar de brío e inspiración a un disco se puede seguir acudiendo a las fuentes clásicas del rock.
Juan Pablo Reig