Interpol
El Pintor
Matador Records 2014
Nada como un parón largo y la posibilidad de escuchar semanas antes su disco en streaming, para que se me vuelvan a disparar todas las expectativas sobre una de las grandes referencias del rock de inicios de los 2000, Interpol. Tras cuatro años desaparecidos de los focos, ahora vuelven convertidos en trío tras la marcha de Carlos Dengler en 2010, con Paul Banks como bajista de estudio, mientras que Daniel Kessler y Sam Fogarino siguen como guitarra y batería respectivamente.
Los que fueran sucesores del hype neoyorquino a principios de siglo tras el bombazo de The Strokes y su Is This It, fueron calando poco a poco, con un post-punk rabioso y elegante heredado de bandas como Joy Division. Se convirtieron en una de mis bandas favoritas gracias a discos como Turn On The Bright Lights (2002) y Antics (2004), discos a los que el paso del tiempo ha sentado mejor que otros de la misma escena.
Tras unos ligeros cambios de sonido tras el cambio de Matador Records a un sello más importante como Capitol, reflejados en el infravalorado y más orquestal Our Love To Admire (2007); acabaron de estancarse en el sombrío y plano Interpol (2010), de modo que otro traspiés podría haber significado el olvido definitivo. Paul Banks ha decidido dejar los experimentos para su trayectoria en solitario y poner de su parte para que con El Pintor, anagrama en castellano del nombre del grupo, vuelvan a sonar excitantes.
El inicio de El Pintor parece que viene a confirmar esto último, que han recuperado la química pérdida. All The Rage Back Home tiene un comienzo como muy ensoñador, la clásica introducción que Interpol realizaban en sus comienzos, pero poco después galopa hasta convertirse en uno de sus mejores singles, lleno de dobles sentidos (“she said, you don’t need time”, “he said, you don’t need mine”). A destacar el nervio de la guitarra de Daniel Kessler, que da a la canción un empaque más luminoso de lo habitual.
Menos pegadiza pero también sugerente es My Desire, en el que la voz de Paul Banks tan pronto se acerca como se distancia, y que cuenta con un adictivo riff medio oriental que suena bastante a Echo & The Bunnymen. Anywhere fue el primer adelanto del disco y sigue confirmando las buenas sensaciones acudiendo al pasado de la banda, como tratando de mezclar el poderío de Obstacle 1 con la épica de Not Even Jail.
Tras este primer tercio en gran forma, ablandan el pistón pero sin dejar de sonar interesantes en algún modo. Descolocan un poco los extraños loops de guitarra de New Town, Same Story acompañados de sintetizadores, en lo que puede ser uno de los pocos momentos en los que se apartan de su libro de estilo. Otra novedad es el falsete que ocasionalmente utiliza Paul Banks, presente en el vulnerable medio tiempo My Blue Supreme o en la incendiaria Everything is Wrong, en la que Daniel Kessler recuerda con sus vibratos guitarreros a The Edge.
Breaker 1 es uno de esos buenos temas cavernosos que sin duda satisfarán a los fans de Turn On The Bright Lights, con un extraño dialogo en italiano de conclusión. De la recta final me quedo con las baterías de ultratumba de Ancient Ways, última bocanada de un disco acaba haciendose un poco largo con el amago Bon Iver-iano de Tidal Wave y que termina con la sinuosa Twice As Hard, parecida al cierre de The Lighthouse (Our Love To Admire), aunque mejor rematada.
A pesar del desgaste de la formula , Interpol han hecho acopio de nuevas energías y se han repuesto razonablemente bien de la marcha de Carlos Dengler, firmando su mejor trabajo desde hace diez años.
Juan Pablo Reig