Crítica de discos: Jack White – Lazaretto


Jack White

Lazaretto

Third Man Records 2014

 

140403-jack-white-lazaretto

 

Cualquiera que conozca un poco su trayectoria en los últimos años sabe que Jack White, como diría Joaquín Reyes, no puede dejar de crear. El que conformara junto a su ex-mujer Meg uno de los dúos más reconocibles del rock en las últimas décadas, The White Stripes, siempre se ha caracterizado por su prolífica actividad. Que su banda principal daba síntomas de decadencia con Get Behind Me Satan (2005), pues se junta con un amigo de Detroit (Brendan Benson) para sacarle partido a The Racounters por un par de temporadas. Que tiene mono de tocar la batería, pues se monta The Dead Weather junto a Alison Mosshart de The Kills y un Queens of Stone Age para ver qué tal se le da. Por no hablar de colaboraciones o bandas sonoras para diversas películas (Brokeback Mountain, Quantum of Solace), o sus recientes labores de producción para el sello Third Man Records, lo cierto es que no le sobra mucho tiempo para aburrirse.

Su amor por el blues y el boogie, combinada a su excéntrica (también en cuanto a su imagen, comparada a veces con el mundo Tim Burton) y genial visión del rock auguraban mucha carrera por delante en caso de que decidiese emprender un proyecto en solitario. Así pues, Blunderbuss (2012) fue recibido con muy buenas críticas; en parte gracias a temas como Love Interruption, Sixteen Saltines o Freedom At 21; en parte gracias a un registro más variado que el demostrado en los últimos trabajos de The White Stripes.

La continuación llegó el pasado mes de junio con Lazaretto. El single, titulado como el álbum, se trata de uno de esos puñetazos sonoros que muestran la loca genialidad de Jack White. Con un groove funky impecable Lazaretto va acompañando un discurso eléctrico y lleno de distorsiones guitarreras retorcidas, mientras su estilo atropellado de cantar por momentos te hace pensar en un rap de los Beastie Boys. Como ya hiciera con The White Stripes, el de Detroit nos deja un momentazo freak en castellano con ese “yo trabajo todo, como en madera y yeso”, antes de concluir con el vibrante solo de fiddle y una coda con violines.

Sin embargo, y a pesar de la fuerza de este single o del rotundo instrumental High Ball Stepper (uno de los mejores homenajes a Led Zeppelin en los últimos tiempos), si algo hace de este álbum un producto realmente interesante es el progresivo alejamiento de Jack White hacia sonidos menos crudos. Siendo casi imposible mejorar la garra de Seven Nation Army o Hardest Button to Button, el de Detroit ha ojeado en bastantes terrenos de la música tradicional americana para hacer de este Lazaretto un disco sólido y entretenido.

Sin ser memorables, tanto el acercamiento a New Orleans en el piano de Three Woman como la balada folk Middle Western de Temporary Ground (a duo con Ruby Amarfu) vienen a expandir las fronteras del estilo de White. Haciendo una gran inmersión esencialmente en el western-country, Jack White se despega de sus típicas distorsiones en casi todo el disco, con la excepción de The Black Bat Licorice que a pesar de sus violines, que todo el mundo reconocerá muy clásica de The White Stripes.

Inmerso en la profundidad del sonido Nashville con temas como Entitlement, I Think I Found The Culprit o Alone In My Home, cruzando a los Rolling Stones con The Velvet Underground en la animosa Just One Drink, destacaría como joya del disco el soberbio ejercicio de rock arenoso en Would You Fight For My Love?, notablemente conducido por el piano y los coros de Lillie Mae Rischie.

Lazaretto acaba en la sentida Want And Able, y con él un Jack White más sensible y menos desencajado que de costumbre, por el que merece la pena aparcar los buenos momentos de The White Stripes y estar atento a su madurez artística.

Juan Pablo Reig

 

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.