Ríos de tinta se habían vertido acerca del MBC y su edición de este año, la primera en su historia, que ha sido convulsa en materia organizativa. El cambio de recinto y la posterior vuelta a su ubicación original parecieron ser un golpe a la línea de flotación del festival, y no sabíamos cómo iba a afectar a la cita.
Cuando llegamos al Puerto de Sagunto el viernes, nos costó lo suyo localizar el aparcamiento y la caseta de acreditaciones porque las indicaciones por parte de los trabajadores fueron algo confusas, pero finalmente pudimos colocarnos la pulsera y entrar al recinto.
A toro pasado todos parecemos saber más que nadie. Es uno de los males españoles; todos tenemos un seleccionador de fútbol y un economista dentro, pero ahora también contamos con un organizador de festivales en nuestras filas. Los desencantos que ha podido presentar el MBC Fest son subsanables, y sobre la marcha supieron mejorar las vicisitudes que se fueron presentando. Con un grupo de amigos pusimos de ejemplo una experiencia personal con un festival que se celebra en Benidorm. En su primera edición el patinazo fue considerable, pero con los años (no muchos, además) se ha convertido en una de las grandes citas consolidadas del panorama festivalero patrio.
Pero no queremos andarnos por las ramas. ¿Qué es lo que pasó realmente en Puerto de Sagunto? Para empezar, la afluencia de público no fue todo lo numerosa que se esperaba, pero conforme el festival avanzaba también aumentó el número de asistentes. Los problemas con el cambio en la ubicación fue una losa que ha pesado, pero lejos de datos y cifras, el MBC ha forjado unos mimbres que si se subsanan pueden consolidar la cita.
Musicalmente hablando, abrimos la jornada del viernes con Testarosa en el escenario Deleste. Es de agradecer este tipo de enclaves con un escenario pequeño y afable donde los grupos afines a la cita de la Rambleta sonaron cálidos y acogedores, lejos de perderse en grandes espacios. Y este rincón fue perfecto para la propuesta de los setabenses, que a base de trallazos cercanos a los mejores Weezer (grupo fetiche de la banda) desgranaron los cortes de su EP debut La Marina con un sonido cada vez más consistente y certero. En el escenario Ron Barceló sonaron a continuación Coleccionistas, banda de nueva cuña que cuenta en sus filas con Jorge Pérez de Tórtel y Víctor Ramírez, el nuevo niño prodigio del indie valenciano (etiqueta que se gana a pulso con su prolífica carrera llena de proyectos). A esta aventura también se ha sumado Remi Carreres, exmiembro de bandas como Glamour o Comité Cisne. Coleccionistas desgranan un pop con toques electrónicos de muchos quilates. A continuación, y procedentes de Cádiz, les llegó el turno a Holograma, que supieron sobreponerse a los problemas de sonido iniciales para desarrollar una electrónica hipnótica y delirante que acabó por satisfacer a la mayoría de los presentes.
Modelo de Respuesta Polar salieron a escena con su pop lacónico. Sonaron más bajo de lo habitual, pero su actuación no deslució por ello. Caldearon el ambiente con un repertorio cada vez más completo, en el que canciones como «Miedo», «El cariño» o «La guerra y las faltas» ganan en aplomo. Su nueva canción, «Crece», se sumó al recital y les aúpa un escalón más en una carrera que parece no tener techo. Pasadas las nueve y media de la noche, Univers dieron una enérgica actuación muy shoegaze en el escenario Deleste. A pesar del frío, cada vez más consistente, consiguieron empezar a hacernos entrar en calor. Calor que trajeron luego Grupo de Expertos Solynieve,quienes tuvieron que asumir el papel de ser uno de los primeros reclamos de esta primera edición del MBC Fest. “La nueva reconquista de Graná” se convirtió en el preludio de una función que llenó de brisa sureña el gélido aire nocturno. Su folk de corte americano, cada vez más compacto y homogéneo, derivó en éxtasis con «La reina de Inglaterra», tema que culminó la cita. Pudimos disfrutar de un Jota desatado, que tuvo problemas con el micro, pero que arrancó clamores y aplausos. Era la hora de acudir al escenario Deleste, y también el momento de soltarnos la melena con Siberian Wolves.La banda de Xàtiva venía con tan solouna batería y una guitarra, pero parecían cinco en el escenario. Fueron una de las grandes sorpresas de la noche.
Tras la contundencia sonora de Siberian Wolves, volvimos al escenario Ron Barceló, donde teníamos una cita con la banda neoyorquina The Pains of Being Pure at Heart, otro de los grandes nombres de la jornada. “Until the Sun Explodes”, incluída en su último disco, Days Of Abandon, fue la encargada de abrir el set. La banda encabezada por Kip Berman no contó esta vez con la presencia de Jessica Weiss, quien sustituye a Peggy Wang en los coros y los teclados desde la publicación del último álbum. Tal y como nos comentó Berman al final del concierto, Weiss tenía otros compromisos profesionales coincidiendo con esas fechas y no pudo unirse a la banda en la cita que tenían en Sagunto. Su ausencia causó cierto desconcierto entre parte del público y se hizo especialmente evidente en “Simple and Sure”, ya que los coros forman parte intrínseca del tema. No hubo muchas más ocasiones de echarla de menos, dado que el público ya se encargó de llenar ese vacío hasta el final. A pesar de la brevedad del show, tuvimos la oportunidad de escuchar una amplia selección de sus tres discos. Fueron especialmente aclamadas “My Terrible Friend”, “Come Saturday”, “Young Adult Friction” o “Belong”. El colofón final llegó de la mano de la canción homónima extraída del EP The Pains Of Being Pure At Heart, convertida ya en todo un himno. No fue el concierto más brillante de los neoyorquinos, pero es innegable que su pop dulce es siempre una apuesta segura y, a juzgar por la presencia de seguidores cada vez más jóvenes, esto no ha hecho más que empezar.
Mujeres dieron más tarde la que probablemente ha sido una de las actuaciones del festival. Potentes, enérgicos y muy gamberros, los barceloneses no se dejaron amilanar por el frío (ni por las 10 horas de viaje que necesitaron para llegar al recinto) y sudaron e hicieron sudar al personal, pogos incluidos. Su recital culminó con Quique Medina, uno de los artífices del Deleste Festival, acompañando a la banda sobre las tablas. Fue el momentazo de la noche. Los Punsetes recogieron el testigo, que estaba por las nubes, y aunque musicalmente son una banda muy buena, la actitud estática, cuasi hierática de su vocalista no dio pie a que algunos nos viniéramos arriba. Eso sí, canciones como «Me gusta que me pegues» y «Tus amigos» fueron coreadas al unísono por los asistentes.
Entrada ya la madrugada, aparecieron sobre el escenario Ellos. De un blanco ibicenco que parecía un anuncio de detergente, y formando una troupe de siete miembros, quizá algo excesiva para el pop que interpretan, a medias tintas consiguieron conectar con un público cada vez más helado. Pasadas las tres de la madrugada, Perro trataron de caldear el ambiente y en ocasiones lo lograron con detalles de punk rock, acompañados de una doble batería. El fin de la actuación de los murcianos y, especialmente la ausencia de Yuksek (que tuvo que suspender su actuación en el último momento), nos sirvió de excusa para que la retirada del recinto no fuera tan dolorosa, a pesar de lo gélida que se había quedado la noche.
Texto y Fotos: Míriam Freixas & Xavi Hernández