Sufjan Stevens
Carrie & Lowell
Asthmatic Kitty Records 2015
Hasta hace poco, lo único que había escuchado de Sufjan Stevens eran sus colaboraciones de lujo con una de mis bandas favoritas, The National. Tanto en concierto como en estudio, sus delicados arreglos de piano y cuerda han sido una constante en los discos de los de Matt Berninger desde Boxer. Ahora, tras escuchar este retrato familiar tallado en clave de folk que es Carrie & Lowell, no veo el momento de empezar a repasar su anterior discografía.
Carrie & Lowell es un trabajo dedicado, desde la portada hasta la última de sus canciones, a la madre de Sufjan Stevens, que falleció en 2012. Con espeluznante desnudez, el artista de Michigan recorre la corta relación que mantuvo con ella durante únicamente tres veranos de su niñez en Oregon, construyendo un emocionante relato a partir de recuerdos infantiles, mitologías y conversaciones con su padrastro Lowell Brams.
A pesar de lo desolador del pasado, Sufjan se mantiene erguido en esta sentida reconstrucción, en un trabajo que avanza desde la espiral autodestructiva al recogimiento espiritual, pasando por la emoción a flor de piel. Agiles banjos y sencillas guitarras acústicas dan cuerpo al dolor en carne viva («Again i’ve lost my strenght completely, oh be near me, tired old mum with the wind in your hair») de canciones como Death With Dignity o la propia Carrie & Lowell, dolor que no tiene nada de reproche o egoismo personal, sino de extravío y desconocimiento ante la pérdida («What i did to deserve this?» se pregunta en Drawn To The Blood).
El lenguaje austero y minimalista del album se entremezcla a la perfección con la rica lírica de Sufjan Stevens; que bien se sirve de la mitología («but in this night you look like Poseidon») en All Of Me Wants All Of You, con un envolvente slide de guitarra final; de devoción cristiana («Jesus i need you, be near, come shield me») en John My Beloved o de constantes adornos en forma de lugares, como en la preciosa Fourth Of July, un espiritual corte por el que sobrevuela la influencia de Elliott Smith. Otros nombres como Iron & Wine, Andrew Bird e incluso Simon & Garfunkel se asoman en la delicadeza de temas como No Shade In The Shadow Of The Cross, The Only Thing o Eugene.
Nada mejor que la máxima final del single Should Have Known Better para definir el disco. El «the beauty that she brings, illumination» o como superar el dolor para admirar lo bello que en ti deja, dejando por el camino uno de los discos más bonitos y memorables del año.
Juan Pablo Reig