Ahora ir a un Club tiene valor añadido, ya no solo se va a divertirse, dejarse ver o estar a la ultima en tendencias sonoras. Ahora se puede sentir la curiosidad de retroceder a una época en donde ¡la música se tocaba! Así es, el vinilo permitía una sensación de proximidad entre la música que contenía y el grupo/artista que anidaba en la carpeta del mismo , lo hacia físico. Desgraciadamente en la actualidad el sonido en mp3 prima la cantidad sobre la calidad y desvincula al oyente con su emisor. ¿Qué pensará la generación presente de este material? Carpetas de álbumes , vinilos, singles… ¡¡¡ cassettes!!! en ingentes variaciones sin sentido que hacen irreconocible al grupo. ¿Tendrá valor para ellos o solo lo contemplaran como fósiles sonidos que ocupan un espacio físico? Pues todo ello viene con el plus añadido de una sala especial y propia con la banda sonora del grupo (Kraftwerk), los trabajos que compraron sus oyentes (sobre todo en los 70,s y 80.s) exhibidos primorosamente en fundas de metacrilato para poder apreciar su artwork y unos impactantes visuales fruto de una programación compleja que se repiten ciclicamente , para hacer despegar el atractivo de lo expuesto que de otro modo podría no tener sentido para el espectador.
Que unas lineas de neón rojas o blancas te delimite visualmente y por países las piezas expuestas, así como comparar las mismas, ayuda a nuestra pereza intelectual a situarnos en el marco de la room del XL para contemplar la mayor discografía recopilada de Kraftwerk , donde se puede retroceder a una época donde el vinilo tenia algo sagrado. Disfrutar de sus maravillosas portadas, sus ediciones originales tal como las concibieron sus creadores, tuneadas en cada país como representantes de unos tiempos de total anarquía discográfica, donde podías aparecer o no en un retrovisor impreso dentro un coche o te sustituían por el símbolo de una autopista. O mejor álbumes que contenían canciones cantadas en cada idioma según el país (algo que puede sonar bizarro hoy en día), o portadas que se abren, o mejor vinilos piratas con carpeta blanca o «pictures» con magnificas imágenes de las portadas insertas en sus surcos. Piezas alteradas o rarezas de su tiempo cuyo valor en ebay puede ser monstruoso, observar como un grupo, Kraftwerk, ahora sí, sin tapujos , creadores de los patrones actuales de la música de Club (¿alguien duda que las bases de un vulgar disco de J-Lo vienen directamente de ellos?), bases repetitivas distorsionadas que no proceden de instrumentos orgánicos clásicos.
Música electrónica, sin ellos esto seria otra cosa (¿hubieran existido Orbital , Aphex Twin o los Hermanos Químicos ?), sus discos conceptuales recogen todas las innovaciones a que se enfrentó la sociedad del Siglo XX: el extraño valor de la sociedad acomodada por las Autopistas, la radiactividad de las centrales nucleares, el futuro viajando en trenes de alta velocidad por Europa, el amor por los computadores, por los grandes eventos deportivos como el Tour de France o por la visión moderna del mundo en gráficos virtuales . «Boing Boom Tschak», así crearon el Technopop tal como lo conocemos. Atrévanse a conocer el pasado para comprender el presente, ocasiones como esta en una ciudad como la nuestra es casi una locura, Juan Ledesma – y Alvaro – han conseguido crear una sala Chill Out que viaja en el tiempo, pero eso sí, siéntense y disfruten con los mejores acomodos de nuestro tiempo.
Y ojo, esto acaba de empezar, tienen previsto que sigamos viajando con nuevas colecciones de esos extraños y melancólicos vinilos. Ojalá su vuelta no sea una moda mas .
Carlos Climen
