Discos Walden tiene el placer de editar el disco de debut de Los Alambres, después de haber sacado de ellos ya tres canciones en el Club del Single y el recopilatorio «Cenizas y Diamantes».
«A Los Alambres, servidor los conoce desde hace más tiempo del que puede recordar. O del que cualquiera podría recordar sin ir corriendo a por el antiarrugas.
La ficha más antigua en mis archivos es la de Salva, claro: con los años, además de volverse más y más políglota, se ha metamorfoseado en un guitarrista ácido y cortante, en la tradición de ese Tom Verlaine que tanto nos gusta a los dos. Escuchar sus canciones según las iba pergeñando no ha traído demasiadas sorpresas, eso sí, porque siempre ha sido un compositor extraordinario. En cambio, ver a Rafa por primera vez en concierto sí suscitó una duda importante: “¿Cómo puede ese tío llevar tantos pedales en la guitarra y aclararse con lo que está haciendo?”. Pues se aclara, sí señor. Quien corre el riesgo de no aclararse es el oyente, al recibir tantas señales de procedencia aparentemente desconocida. Mariajo es capítulo aparte: no te fíes de las apariencias, o darás un salto de espaldas (de esos que hacían “¡Plop!” en los tebeos de Bruguera) cuando escuches sus bajos bamboleantes, o esa voz suya que pasa de la dulzura sin ñoñerías al rigor de una Siouxsie brutalista. De las baterías de Luigi, poco hay que decir, salvo que dialogan con los otros tres instrumentos de la banda de una forma tan libre como metronómica. Como una cimentación que, además de ser sólida, supiera bailar.
Conozco a Los Alambres desde hace mucho tiempo, digo. Un período durante el cual han tenido sus deserciones y sus renovaciones, como todo grupo que se precie, y cuyos últimos tres años (sí, tres) se han ido en la grabación y mezcla de este «Señales de humo». Ahora que el disco ve la luz de una puñetera vez, cabe afirmar que la espera valió la pena. Canciones como «El hombre que lo sabe todo» o la desparramante «Mis títulos nobiliarios» obligan a aparcar ese chiste fácil con el que tantas veces les he camelado (“Estáis grabando el Loveless de la Vega Media”, básicamente) para reconocer que el álbum juega en su propia liga. Si hubiera que buscarle parentesco, habría que ir a ‘Jane From Occupied Europe’, al primero de los Feelies o a ‘More Songs About Buildings And Food’. Y ni siquiera eso bastaría: los arreglos (cortesía de una lista de invitados en las que aparecen Cherry y, bueno, también el que firma esto) son demasiado caleidoscópicos, sus cambios de humor demasiado imprevisibles.
Han sido tres años, sí. Y esos tres años de vida están en los surcos de este vinilo, enteros y verdaderos. Señales de humo es un disco cuya portada está impresa en blanco y negro, pero en cuyo interior sólo hay colores.» – Yago García.
El disco se publica en una edición en vinilo de 199 copias que ya podéis comprar en su Bandcamp y web.
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