Crónica Deleste 2015 sábado


 

Los más madrugadores dejaron la siesta para comenzar la velada con Mist, la banda de Rick Treffers, holandés afincado en Valencia desde hace varios años. No hace falta a estas alturas elogiar la delicadas melodías pop de Treffers, aunque tras un silencio de seis años regresa con nuevo trabajo, «The Loop Of Love», una colección de composiciones optimistas como «Hey», con la que iniciaron su periplo en el Deleste o «Something New». Tampoco hace falta ensalzar las virtudes de su banda de acompañamiento, pero lo haremos, ya que cuenta con un extraordinario guitarrista, Sergio Devece (La Muñeca de Sal), un genio de los teclados como es Gilberto Aubán (Gilbertástico), un bajista excepcional como Remi Carreres (Coleccionistas) y Javi Galope, experto batería. Una buena forma de comenzar la segunda jornada con un trabajo de Treffers realmente inspirado.

Mist. Foto. Carlos Ciurana

Otra banda que nos sorprendó en directo fue La Familia del Árbol, proyecto del ilicitano Nacho Casado y Pilar Guillén que interpretaron su «Odisea», transportándonos en un mágico viaje de ensoñadoras melodías no exentas de electricidad. El pop psicodélico de los sesenta es una de sus fuentes de inspiración como se puede escuchar en «Ulysses», pero las descargas de intensidad le dan un toque actual. Se hizo acompañar por toda la familia, que incluía bajo, guitarra, teclados, batería y percusión con flauta travesera ocasional destacando el cierre con «Caballo» que parecía no tener final.

La Familia del Árbol. Foto: Carlos Ciurana

Cambio de tercio con los ritmos electrónicos de Ocellot, la banda catalana cuyo discurso transcurre entre la psicodelia pop y los ritmos gruesos de su último trabajo «Jelly Beat» que incluye luminosas explosiones de color como «Tama» o «Slow Dream». Las melodías hipnóticas se sostienen entre dos teclados, bajo y batería, además de las voces de Marc Fernández y Elaine Phelan que se alternan en las tareas vocales. Sin duda una de las formaciones que han destacado como revelación del año.

Ocellot. Foto: Carlos Ciurana

Seguimos con una de las actuaciones más esperadas, McEnroe venían con condición de estrellas, tras su flamante paso por la primera edición del festival. Fue tal la magnitud de aquella actuación en 2012, que la organización busca ese momento «McEnroe», ya que fue una comunión público-banda dificil de explicar. Ante tales palabras está claro que la expectación y el listón estaba muy altos, quizá demasiado. Y pasó lo que a veces pasa, que esperas esperas y ese éxtasis no acaba de llegar. El concierto de los de Getxo fue precioso, intenso, pero faltó esa marcha más para acabar de encumbrarlo a aquel recuerdo que guardamos en la memoria de 2012. El pasado,pasado es, y nos quedamos con los que ganan las nuevas canciones del último disco «Rugen las Flores» donde la delicadeza de la voz de Ricardo Lezón y el crescendo de las melodías llenaron una vez más el auditorio de La Rambleta.

Si el dia anterior Pep Gimeno «Botifarra» fue la nota de color en la programación del Deleste, el sábado le correspondió a El Páramo, formación que desplegó un hard rock de influencias stoner en plan instrumental, algo así como un cruce entre Black Sabbath y Kyuss. Una carga de profundidad en mitad del festival que no dejó indiferentes a los que allí nos encontrábamos, disfrutando de la electricidad ofrecida por el cuarteto. Con temas de largos desarrollos y ritmos sincopados que estallan en riffs de intensa electricidad y progresiones como «Turbina», los madrileños se ganaron el aplauso de un auditorio rendido a su maestría.

El Páramo. Foto: Carlos Ciurana

Los franceses Exsonvaldes  en el Escenario Jägermeister con su pop-­rock fresco y bailable, ofrecieron un concierto tremendamente adictivo y efectivo sin los reclamos artificiosos del auditorio. Los parisinos capitaneados por un Simon Beaudoux que ejerce de maestro de ceremonias a las mil maravillas y hasta se atrevió con un timido castellano a hacer las delicias de los presentes. No son nada del otro jueves, pero hacen que acabes el concierto con una sonrisa en la cara.

Venía a renglón seguido el plato fuerte del festival y puede que de las cuatro ediciones anteriores. Los americanos Low ofrecieron una magistral lección de sonido en un auditorio lleno hasta la bandera (y acalorado, que todo hay que decirlo) donde se hicieron muy grandes con una propuesta muy minimalista y unas soberbias proyecciones. Tras abrir con «Gentle», siguieron con delicados temas como «No Comprende»o una «Plastic Cup» que sonó deliciosa y sin casi dirigirse al respetable, acabaron con la magnífica clase de «Landslide» dejando al sofocado público con el nudo en la garganta y la sapiencia de haber asistido a un maravilloso espectáculo.

Low. Foto: Xavi Hernández

Y para rebajar intensidades, los Tiki Phantom desplegaron un manual perfecto de baile y gamberrismo, desperezando al público y haciéndoles partícipes de su incombustible garaje surf y bailes al más puro estilo Tarantino. Pogos, bailes, sudor, máscaras, en definitiva, un broche perfecto de conciertos para una edición única del Deeleste Festival para el recuerdo.

¡Nos vemos en el #Deleste16!

Xavi Hernández & Carlos Ciurana

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