Japan fue un grupo ciertamente ninguneado en su tiempo aquí en Valencia, sólo degustado por “connoiseurs” locales a pesar del éxito en UK de sus álbumes que se encaraman en los primeros puestos de las listas. Aquí sin embargo el desembarco masivo del movimiento New Romantic y de los aledaños del Tecnopop a principios de los ochenta (Synthpop en el Reino Unido, pura flema británica ya que el álbum de Kraftwerk de 1984 se retituló Techno Pop), evitó que el público valenciano pudiera distinguir el grano de la paja. Japan demasiado serios, incluso para sí mismos, muy dandys, Warholianos, ególatras, fashion victims, supieron en lo musical conectar con David Bowie y la todavía imperfecta e indefinida New Wave surgida de las cenizas del Punk (Stranglers, Magazine, los primeros Ultravox y Simple Minds …) con los nuevos aires de pop electrónico comercial que hacían furor a principios de los ochenta.
Sus canciones, vamos a decirlo crudamente, eran demasiado adultas para su tiempo: esos medios tiempos, ese uso del Mellotron, de los primeros sintetizadores (Richard Barbieri su teclista es el verdadero vertebrador del sonido Japan, su vocalista David Sylvian se limitó a ser un sosias de Bowie), que incitaba al baile pero no llenaba las pistas. Los nuevos grupos coetáneos (OMD, Soft Cell, Spandau Ballet, DM …) mucho más inclinados a los Clubs, arrinconaron y forzaron al final la separación en pleno apogeo del grupo. El directo “Oil On Canvas” (1983) fue su testamento, decididamente en ese año ya sonaban viejos, así eran los ochenta. Hoy su sonido ya ha reposado por los años y suena actual, ha envejecido magníficamente y en el podemos ver las influencias monumentales en grupos de aquella escena local en Valencia. Glamour seria su hijo más reconocido (Classix Nouveaux y Visage también ayudaban) y José Luis Macías su virtuoso teclista sería pues la opción lógica de coordinar (como lo fue el tributo a Bowie en el Jerusalem hace poco) a todos los excelentes músicos de la velada. Músico magnifico nunca lo suficientemente valorado y amigo de todos los que pasaron por el escenario de la Sala Matisse, Carlos Goñi debe toda su carrera al Comité Cisne de Macías .
Polaroids, nombre extraído del Lp de Japan “Gentlemen Take Polaroids» (1980), fueron esa noche un Hans Diener (The Esssence) acertado y algo amanerado clon de David Sylvian; Puchi Balanza a los bombos (Video); Remi Carreres con ese bajo tan maravilloso (Glamour, Comité Cisne, Coleccionistas); Jorge Moreno fiel escudero a las teclas de Macías (Radio Kaos, Falsa Pasión ¡grupo a desenterrar ya¡); Adolfo Barberá virtuoso guitar hero (Glamour) y una Olivia Dawn al violín desaprovechada, su potencial daba para mas juego, además de un gran colectivo de músicos en continua rotación. Combinaron todo lo mejor y peor presente en los tributos, sonido robusto, fiel, limpio, lo que se presupone de unos músicos experimentados y rodados. Visuales del grupo Japan muy acertados pero fallo en esa extendida jam session que consiste en cambiar músicos continuamente cortando la continuidad del concierto. No obstante hay que admitir una acertada selección musical y programación de las bases electrónicas, sonaron “Quiet Life”, “Ghosts”, “All Tomorrow´s Parties”, “Life In Tokio” diáfanas. Pero lo mejor de la noche seria el tema de Ryuichi Sakamoto para la película «Feliz Navidad Mr. Lawrence», “Forbidden Colours”, letra aplicada por David Sylvian a posteriori a partir del éxito de la BSO, el film contaba con David Bowie de protagonista, se cierra el circulo. Así pues despedida con tributo al propio David Jones, “Ashes To Ashes” cerró esta velada mágica. Buena gente de público con toda una generación reunida, Juanito Torpedo, Tony el Gitano, y con Carlos Simó (Barraca) a los platos, hombre catalizador de toda la movida valenciana, sin él no se entiende lo que ocurrió en esta tierra tan festiva .
¿Que faltó? Un poco de espíritu escapista y transgresor de los primeros ochenta, falto rímel y algo de percha y por qué no, ¡hombreras!
¿Para cuándo un tributo por ejemplo … de los Psychedelic Furs ?
Texto: Carlos Climen
Fotos: Victor Rozalén