El retirarnos temprano el sábado, nos dio fuerzas renovadas para afrontar una última jornada de festival que se presentaba trepidante. Llegamos para unos The View que aun tienen algo que aportar, aunque su canción más conocida Same Jeans date de hace una década. A renglón seguido unos salvajes e hipervitaminados Slaves dejaron boquiabierto a más de uno, y a base de un punk simplón (batería, guitarra y voz) los pogos se sucedieron y vivimos una auténtica exhibición aeróbica por parte de sus componentes Isaac Holman y Laurie Vincen. Nos acercamos al FIB Club a descubrir la delicadeza sonora de Linda Guilala. Su trayectoria ya viene de largo y el proyecto liderado por Iván y antiguos componentes de Jupiter Moon, y lanzaron el año pasado «Psiconáutica” (Elefant, 2016) es su segundo larga duración, siete años después de su disco debut, un torrente pop lleno de electricidad delicioso. De vuelta al Visa acudimos a ver que ofrecían Love of Lesbian. Santi Balmes y sus secuaces te hacen un festival con la mayor de las facilidades, es su medio, el ambiente es festivo y saben que hay más bandas como para luego ser analizados al dedillo. Se soltaron la melena y se dedicaron a lanzar un torrente de canciones coreables con su cañón de confeti y las emociones a flor de piel. Balmes se quita la camiseta, se la pone, se calza un gorro y toda una parafernalia propia de un photocall de boda, pero nunca deja la sonrisa en la boca y acaba conectando con el público.
Cambio de tercio radical para disfrutar de uno de los grupos más en forma del panorama patrio, Havalina son un directo al mentón y por fin disfruté de ellos como tocaba. La cascada sonora que lanzan Manuel Cabezalí, Javier Couceiro y Jaime Olmedo no deja títere con cabeza. Apoyados de su excelso último disco, «Muerdesombra» (Ernie Records 2017) nos hipnotizaron y casi hacen que llegara tarde al foso a disparar el objetivo en el escenario Las Palmas con Kasabian. Los de Leicester encabezaban esta última jornada de festival y lo justificaron con solvencia, carisma y un directo apabullante. Sus discos en conjunto nunca me acaban de emcionar, y aunque su reciente lanzamiento «For Crying Out Loud» (Columbia Records, 2017) bebe más de los primeros Kasabian guitarreros, dejaron una ristre de hists uno tras otro, dejando patente que Benicàssim los adora y ellos se sienten muy cómodos. Juega a su favor también que es de las pocas bandas que cuentan con dos frontmans sobre el escenario, cosa que no veíamos desde los hermanos Gallagher en Oasis o Pete Doherty y Carl Barat en The Libertines. Sergio Pizzorno y Tom Meighan saben alternarse y enloquecer al público. Tras arrojarnos a la cara y sin preámbulos Ill Ray (The King), bumblebee, eez-eh, Underdog y Shoot The Runner, tomaron algo de aire entre pogos y sudores, para rematar con un bis donde Vlad the Impaler y Fire fueron bailadas y coreadas hasta quedarme casi afónico.
Tras reponer líquidos (uno también se cuida) esperé a unos Crystal Fighters que parece que tengan en España su segunda residencia. La espera, porque tuvimos que esperar más de 20 minutos sobre la hora prevista, nos dejaron un show activo con sus canciones de siempre, que en ocasiones dejó la sensación de déjà vu. Aun así son un valor seguro festivo en cualquier festival y tras ellos, sonó el esperado vals de Johann Strauss, El Danubio Azul. Momento mágico año tras año que nos lleva a confluir todo el buen rollo y amor que destila el festival y te lleva a retirarte a las carpas en una nube y en la mejor de las compañías. Tras tan almibarado final, acabamos en la carpa FIB Club al ritmo de Amable dj primero y Aldo Linares después, y abandonando el recinto un año más con el amanecer, un perfecto epílogo para una histórica edición. ¡Hasta 2018!
Fotos y texto: Xavi Hernández
Love of Lesbian
Havalina
Kasabian
Crystal Fighters
amable
Aldo Linares
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