El Tagomago Fest en su cuarta edición se confirma como referente de la música electrónica y experimental en Valencia, huyendo de los sonidos más convencionales y ofreciendo un amplio abanico de sonidos que incluyen el krautrock, techno, synth wave, dark o sonidos experimentales, como pudimos observar en su emplazamiento en La Mutant. Por la sola presencia en el cartel de una leyenda como Michael Rother, componente y fundador de Neu! ya valía la pena asistir al festival. El viernes la asistencia de público se quedó en aceptable, mientras que el sábado se vivió la jornada intensamente por parte de los asistentes con una entrada excelente.
VIERNES
La jornada del viernes la abrió en el escenario del patio a temprana hora de la tarde la sesión de Carlos Olivares (50% de Mecánica + Analógica), de sonidos electropop y dark wave entre los que escuchamos a Fad Gadget, con una técnica elegante pinchando vinilos únicamente (algo poco usual en estos tiempos de mp3), que hizo saltar en una ocasión el disco corrigiendo el fallo de manera inmediata.
La primera actuación de la tarde en el auditorio corrió a cargo de We Are Not Brothers, presentando su nuevo trabajo “III”, en el que el dúo alcoyano formado por Demian y Francho se hicieron acompañar por guitarra y bajo incorporados a la formación. Temas densos, oscuros y opresivos como “121 xemeneies”, con esos crescendos vibrantes como el de “Valencia Ist Gefahrlich”, su homenaje a la Ruta Destroy o la potente “Europe Is Dead” antes de cerrar de manera efectiva con un nuevo tema que formará parte de la segunda edición del álbum. Una buena forma de comenzar el festival.
Detrás de Rastrejo hallamos a José Guerrero, estajanovista de la escena musical valenciana que además de repartir su tiempo entre Cuello, Jupiter Lion y Segunda Persona todavía encuentra espacio para este proyecto. En sus inicios su música era más experimental, pero en estos temas que escuchamos en directo abraza una electrónica accesible, con algunas bases hip-hop como en “Sinfonía del Maestrazgo” y otras más bailables. Se podría decir que Rastrejo es la versión electrónica de Segunda Persona, con vistas a publicar un nuevo disco este año.
Por otra parte,en el patio se sucedían las sesiones de dj´s como Blanet con sonidos electro y techno también pinchando con vinilo y mezclas excelentes, así como Sergio Alfonso se decantó por sonidos de EBM más contundentes, creando efectos con una controladora.
Lo de Nightcrawler es sonido años 80 imbuido en la corriente synthwave, con un elemento cinemático que bebe de los films de terror y ciencia ficción. Por poner un ejemplo, imaginad a Kavinsky o Justice componiendo bandas sonoras a lo John Carpenter. No obstante, la mezcla funciona bien, con estupendas proyecciones y congregó a un público que disfrutó de los visuales y temas como “Secret Society” o “Hell On Earth”, que el dúo interpretó tras abrirse el telón del auditorio.
El live de Calle Quevedo se realizó en el escenario del patio, con una descarga de techno brutal por parte del dúo italiano formado por Sara Saltarelli y Gianluca Rimei, con base en Valencia. Sonaron sus últimos temas como “Mururoa” o “Inner Struggle”, publicados recientemente, de ecos industriales, utilizando la percusión electrónica en directo.
Por otra parte, el artista sonoro Francisco López ofreció una performance sensorial en la que el público participó formando parte del espectáculo. A la entrada del auditorio se hizo entrega de una tela negra a cada persona para vendarse los ojos, ya que el mismo López comentó que no había nada que ver, solo era él manipulando una mesa de sonido en total oscuridad en el centro de la sala. Y así con todo el público sentado alrededor de López, comenzó una avalancha de ruido maquinal, el sonido creado por sus aparatos resonó en el auditorio y cada espectador lo percibió de una manera distinta.
Mientras tanto en el patio exterior Rabih Beaini ofreció una sesión de ritmos étnicos de música tradicional, inspirado en sus raíces libanesas, utilizando tres reproductores de CD, emergiendo voces y ruido desde los altavoces. No fue una sesión convencional tal y como estamos habituados.
Texto y fotos: Carlos Ciurana
