La segunda jornada del Tagomago Fest Vol. 4, el día grande, fue la que mayor número de público registró, atraídos indudablemente por el nombre de Michael Rother, aunque también por el de Orfeón Gagarin. Lo que no comprendo es por qué no asistió más público, con el asequible precio de la entrada, igual es que estaban muy ocupados mojándose los pies en la playa la noche de San Juan.
SABADO
A las 17:00 horas comenzó David Pilan (la otra mitad de Mecánica + Analógica junto con Carlos Olivares) su sesión, de sonidos techno, mezcladas de forma intachable para calentar motores.
Para abrir el auditorio se escogió al trío Lazharus desde Madrid, con una música oscura e incómoda. Parecía un aquelarre sónico, en medio de la oscuridad el trío desplegó su parafernalia ruidista que se tornó en atmósfera opresiva. Su propuesta es arriesgada, compuesta por un bajista y dos teclistas y programaciones, uno de ellos vocalista, que utilizó unas cadenas para romper un pedazo de madera en un momento de la actuación. O los amas o los odias, pero no te dejarán indiferente.
La propuesta de Martí Guillem también resultó experimental, creando sonidos a partir de botes de hojalata con interruptores de control conectados a pedales con los que modulaba las frecuencias que sonaban por los botes. Martí es uno de los miembros de ESOC y también actúa como video jockey con We Are Not Brothers, y durante su actuación el público contemplaba con asombro cómo manipulaba las pedaleras de efectos para obtener sonidos.
Desde Murcia llegó el dúo Espiricom formado por Alfonso Alfonso (Schwarz y Artificiero) y Fran del Valle (Perro) a la guitarra y batería respectivamente, ofreciendo una actuación excelente de rock con elementos electrónicos, psicodelia e influencias orientales como por ejemplo, en el tema “Rubayat”. En otra de las canciones que escuchamos, Alfonso hacía sonar su Vox Phantom como si fuera un sitar, sorprendiendo al público, que ovacionó a la nueva formación que publicará próximamente su debut.
En el patio, uno de los destacados dj´s de la noche valenciana, Pedro Bol, comenzó su sesión con el “Trans Europe Express” de Kraftwerk, y durante el tiempo que estuvo pinchando sonó también otro tema que causó furor en los años 80, “Music For Fireworks” de Polar Praxis.
Un agradable descubrimiento fue el de la artista francesa afincada en Galicia Mounqup, a quien llaman la “Bjork gallega”, por su similitud con el registro vocal de la islandesa. Aparte de esto, también comparte afinidades musicales con Animal Collective o Radiohead, y en su directo lo controla todo ella misma, grabando loops que va superponiendo con su voz o ritmos pregrabados, reinterpretándolas en directo como en «Dissidence», diferente a la versión del álbum. Con canciones como “Blame” hizo bailar al público, quedando prendado de Mounqup.
Otro de los pioneros de la música electrónica en España, Orfeón Gagarin, o el hombre tras la máquina, Miguel Ángel Ruiz, tuvo una acogida de excepción por parte del público, aplaudiendo los temas que iba interpretando. Lo hizo acompañado por unas proyecciones en pantalla de explosiones nucleares, desfiles soviéticos y cómo no, el cosmonauta Yuri Gagarin, con sonidos cósmicos y electrónicos.
Estrato Aurora es el proyecto de Jaime Romero (Lontano), que ofreció un live set utilizando controladoras y cajas de ritmos, donde fue de menos a más con un sonido techno contundente.
Para cerrar el Tagomago Fest, Michael Rother interpretó temas de Neu! y Harmonia (bandas que fundó), en una ocasión única de contemplar a esta leyenda viva de la música en nuestra ciudad. Acompañado por Hans Lampe (miembro de La Düsseldorf) a la batería y Franz Bargmann a la guitarra, hizo especial hincapié en los temas de Neu!, comenzando con “Neuschnee” y su melodía alegre que el público coreó, sorprendiendo al propio Rother este recibimiento. Lo cierto es que el público estuvo entregado, sobre todo en primera fila, ya que no cesaron de bailar como en “Dino” de Harmonia o “E- Musik”. La aceleración paulatina de “Negativland” o la clásica “Hallogallo” fueron los puntos álgidos de una noche en la que el ritmo motorik de Hempe marcó a un público que tras hora y cuarto de concierto quedó satisfecho, aunque se pidió un bis pero no llegó a realizarse. De todas formas, Rother quedó contento, agradó al personal y todos marchamos felices por haber asistido a un concierto especial gracias a Tagomago Fest.
Texto y fotos: Carlos Ciurana