Después de cumplir todas las expectativas con un primer álbum, “Las Causas Perdidas”, que les colocaba como la gran promesa del pop cantado en castellano, el potente directo del que hicieron gala Neleonard en la gira de presentación aparece como una de las claves principales que ha llevado a “Un Lugar Imaginado” a ser la culminación de una propuesta encandiladora. Porque “Un Lugar Imaginado” gana en intensidad y dinámica con respecto a su predecesor, y realiza una inteligentísima lectura de la épica en el pop, esa montaña rusa emocional llevada a base de melodías, arreglos, paradas y arrancadas. No hace falta confirmar nada, está hecho. Déjense llevar.
Abrimos puertas con “El Mismo”, con su aire veraniego y perezoso, ese inicio que parece un homenaje a Doble Pletina (de hecho, aquí mismo hace acto de presencia Laura Antolín a los coros). Una historia de ruptura y decepción, con un crescendo emocional a base de coros y cuerdas realmente delicioso, exquisito. “Sorpresa, Vacío” (segundo adelanto del álbum) pisa el acelerador, con ecos de Housemartins y los primeros Cardigans, para dar soporte a una reflexión sobre la idiosincrasia en el dar y no recibir. Y tenemos una buenísima muestra de toda una galería de cambios de estructura, paradas, arrancadas… Montaña rusa, ¿recuerdan? “Por No Hablar” es una bofetada de las gordas. Un poso de tristeza evidente y abierto en el que Nele Navío se reconoce explícitamente, expone sus limitaciones, su incapacidad para explicarse en determinadas situaciones, en una canción que musicalmente es un salto al vacío emocional, rebosante de intensidad. Resulta irónico, ¿no? Y para poner la guinda, la participación vocal de Fermí Herrero (Tronco) oportuna y contundente. “Mi Mentira Favorita” es una nueva prueba de esa dinámica y estructuración de las canciones que comentábamos. La manera en que crece hasta llegar a ese quiebro final, exuberante, delicioso, rompedor… “Llegaste a ser mi mentira favorita”. Lo que queremos que sea pero que no es, por mucho que lo deseemos. Ya conocíamos “El Bufón”, primer adelanto del disco, una canción-venganza que eleva los postulados musicales de Camera Obscura hasta las más elevadas alturas (grupo que por cierto ha supuesto una obsesión durante la composición de “Un Lugar Imaginado”). Castañuelas, juegos vocales, cuerdas, ecos soul. Maravillosa. La cara A la cierra “Undostrés… Y Adiós”, un canto al vacío, a la melancolía, a lo efímero.
“El Último Segundo” abre la cara B luminosamente, con pinceladas de funk y electro-pop, algo insólito para la banda, en algún punto entre los primeros Le Mans y los Super Furry Animals más bailables, lo que demuestra la predisposición de la banda a ir abordando otros territorios sonoros, pero siempre con su sello personal. “Jonas”, en homenaje a la canción de Weezer, o cómo la música pinta muchos de los momentos más importantes de nuestras vidas. Una nueva perfección pop. “Camareros” empieza llamando la atención por el compás a tres por cuatro y el ritmo rhythm & blues. Es el principio de uno de los tours de force más increíbles de este disco. A los 3 minutos y medio hay un salto eléctrico, inmediatamente después viene esa parada que sabes que es ese momento en el que estas muy cerca del suelo, como cogiendo carrerilla para llegar lo más alto posible. Y ahí va. “Lo Más Importante” pone la directa, como queriendo compensar. Pero no. Dinámicas imposibles hechas con una sencillez tal que parecen naturales. “Mil Y Un Detalles” nos remite al mejor pop-folk escocés, al de (de nuevo) Camera Obscura, Belle & Sebastian, Aztec Camera… Con esos estribillos northern-soul y esos vientos que son como rayos de sol. Exquisita. Hipervitaminada. Semejante colección de canciones se cierra con “Qué Asco Me Doy Cuando…”, más nocturna y callejera, acaba en un desarrollo soul portentoso, de esos que te hinchan el pecho. Maravillosa.
Es difícil explicar exactamente donde radica la magia de Neleonard. Pueden ser las letras de Nele, moviéndose entre el cinismo y la confesión, siempre a altos niveles de sensibilidad. Los excepcionales juegos vocales con Laura Alonso dan a todas las canciones nuevos niveles de lectura, y hacen que la seducción haga acto de aparición. La contundencia instrumental de una banda (Eloy Bernal, Elena Comas, Guille Rodríguez y Pedro Señalada) perfectamente engrasada que permiten hacer fácil algo tremendamente complejo. O puede ser que detrás de este complicado engranaje, simplemente pretendan hacer canciones pop, de esas que sin quererlo acaban siendo atemporales. ¡Y vaya si lo consiguen!