VISOR FEST 2018: La Nostalgia Como Revulsivo
Después de muchos años asistiendo a conciertos y festivales en España y fuera de ella, no puedo sino ser sincera y expresar el temor que a veces me produce apostar por un evento nuevo, pues nunca sabes cómo va a salir la jugada. Demasiados niños de papá jugando a ser promotores, mucho dinero y poco respeto por la música es lo que prima hoy en día. Espacios para selfies, pantallas más grandes que una grada del Bernabéu, y a hacer caja. Por eso, cuando te encuentras con un festival como el Visor Fest, que en su primera edición ha mostrado más respeto por el asistente medio que la mitad de los nuevos festivales creados en España en los últimos 10 años, hay que celebrarlo y reconocer el mérito, el esfuerzo y el riesgo.
Es cierto que el Visor Fest no descubre nada nuevo. Un cartel integrado por bandas remember que a priori sólo atraería a una media de edad que viviese el 12-1 a Malta frente al televisor. Y en cierta manera fue así. Pocos fuimos los que nos reunimos en el pequeño pero acogedor anfiteatro dentro del Parque de L’Aigüera, en pleno centro de Benidorm durante este pasado fin de semana. Pero no hubo allí un alma que no quisiera estar. Y es que, ¿quién en su sano juicio querría pasar una noche al aire libre bajo el golpe de la fría humedad levantina de un recién estrenado mes de noviembre, si no fuese por puro amor a la música en vivo? Eramos pocos, pero allí no había lugar para el postureo. Y eso, a día de hoy y con un panorama festivalero donde el factor romántico escasea, hay que aplaudirlo, con nuestras calvas, con nuestros años a cuestas, con nuestros “cualquier pasado fue mejor”, con nuestro, a veces, tufillo elitista y nuestra añoranza por aquellos días en los que sólo importaba celebrar la música cerveza en mano sin tecnología de por medio.
En el apartado técnico el festival aprueba con buena nota. Conciertos como los de Ride o The Jesus & Mary Chain destacaron como debía ser, ruido desgarrador y grandes éxitos que hicieron las delicias de los allí presentes. Me reconcilié con una Cat Power que me había decepcionado enormemente durante su última visita a Benicássim hacía unos años (su recién estrenado disco, Wanderer, sin duda uno de los mejores del año). Disfruté de la siempre pintoresca puesta en escena de Wayne Coyne y los suyos, e incluso, por qué no, bailé al ritmo de Megabeat-Interfront, pioneros de la electrónica en nuestro país.
Deseo que el Visor Fest siga creciendo y sobre todo siga haciendo las cosas bien. Su propuesta puede que no sea la más innovadora, pero en un mundo donde crecen festivales sin alma en cada esquina, es necesario recordar qué hizo enamorarnos de la música en vivo por primera vez, y sin duda el Visor Fest lo ha conseguido.
Texto & Fotos: Rebeca Pérez Hernández
Gracias por tu gran crónica, has definido muy bien como nos sentimos en el festival, ojalá sea una ventana para seguir creciendo de manera sostenible. Un saludo
Gracias por tu comentario, un saludo.