Crónica de conciertos: Deleste Festival 2018. Palau de la Música, Valencia. 17-11-2018


El pasado sábado 17 de Noviembre tuvo lugar la VII Edición del Festival Deleste, que este año, como novedad y con un sold out, traslada sus escenarios a uno de los espacios musicales más representativos de nuestra ciudad: El Palau de la Música.
Y es que el Deleste siempre se ha caracterizado por ser un festival urbano con un encanto especial dentro de todo el circuito de festivales, ya que su esencia reside en ofrecer propuestas musicales para descubrir y deleitar a los más exigentes melómanos, aunando calidad y diversión.

La climatología, adversa durante estos últimos días, pareció dar una tregua al Deleste 2018, al menos durante la mayor parte del día, algo que se agradeció, ya que uno de los escenarios estaba ubicado en la terraza, la cual contaba con tres zonas cubiertas como medida preventiva ante los posibles escarceos meteorológicos.
Precisamente la terraza fue el escenario que inauguró la jornada a cargo del trío valenciano Fuego Amigo, una banda de rock enérgico que presentó su EP «Ritmo Permanente». Su fórmula: guitarras aceleradas describiendo melodías de lo más pegadizas, que junto a una rabiosa voz, apuntan a unos temas que ya parecen proyectarse como himnos, tal y como podría ser el caso de «Ovni» o «Sistemas Olvidados».

Tomaron el relevo del escenario una propuesta con un registro completamente distinto: Els Jóvens, una banda alicantina que fusiona con éxito en su particular crisol el folk y el pop con la música tradicional valenciana, destacando unas letras costumbristas de talante moderno. Y pese a que el fantasma de los problemas de sonido estuvo persiguiendo a la banda durante buena parte de la actuación, ello no fue óbice para que este grupo de rondaires conectase con el público gracias a su elocuencia y buen humor. Versiones inesperadas como el «Vull viure d’aventures», popularizada en nuestro país por Manolita Domínguez en la mítica serie de anime Bola de Drac, o el «I think I need a new heart» de Magnetic Fields, donde además colaron un pequeño guiño al «Cumpleaños Total» de Los Planetas, se entremezclaron con temas propios como el «T’ailoviu més que l’hòstia» o «Anís Tenis».

 

Abrieron el auditorio de la Sala Iturbi La Bien Querida. Ana Fernández-Villaverde y David Rodríguez presentaron un concierto en formato acústico de una gran delicadeza sonora. Llamaba la atención como el dúo, a solas, con una guitarra acústica, unos samples y la aterciopelada voz de Ana, en medio de un imponente escenario, fueron capaces de hacer brillar todo el auditorio con una majestuosa simplicidad intimista. «El origen del mundo», «Sentido común» o «9.6» fueron algunos de los temas que nos brindaron. «Recompensarte» también formo parte del setlist, que ante la ausencia de Jota, de Los Planetas, para co-interpretar este tema de tintes flamencos, no dudó David en tomar el relevo vocal. Cerró el concierto el magnetismo del tema «Poderes Extraños», con una ovación y todo el auditorio en pie, el cual albergó hasta el último minuto la vana esperanza de que hubiese algún bis.

Rumbo de nuevo a la terraza, irrumpió sobre el escenario el cuarteto barcelonés Wind Atlas, presentando el disco que lanzaron a principios de 2018 «An Edible Body», con una propuesta que explora senderos más densos y oscuros, aunando ritmos electrónicos y guitarras eléctricas bajo una atmósfera industrial. Con ciertas reminiscencias a bandas tales como This Mortal Coil o Cocteau Twins, cabe destacar la portentosa voz de Andrea, la vocalista de la banda, que parecía invocar alguna deidad primitiva interpretando el tema «En la Cruz», una versión de un poema de San Juan de la Cruz que parecía transformarse en un cántico de aires orientales.

La siguiente parada nos volvió a llevar al auditorio, esta vez para dar paso a la actuación de Sr. Chinarro, un hombre tranquilo sobre el escenario que encandila con el costumbrismo mágico de sus canciones. Antonio Luque interpretó algunos temas de su último disco «Asunción», como fue el caso de «Supersticiones», en la primera parte del concierto. Algunas de las filas del auditorio clamaron no escuchar bien la voz, un asunto que fue mejorando a medida que avanzaba el concierto. Sonaron los primeros acordes de «Los Ángeles», iniciando así un repertorio que repasaba la trayectoria de la banda y un in crescendo de ánimos entre el público. Y es que la audiciencia no pudo resistirse ante algunos de los temas emblemáticos de la banda: «Del Montón», «El Rito» o «El Progreso» hicieron que el auditorio entero se despegase de sus butacas para acabar bailando y deshacerse en palmas. «Una llamada a la acción» puso la guinda al concierto y a toda esta eclosión de euforia colectiva.

El Petit de Cal Eril fue la siguiente banda en subirse a escena dentro de la Sala Iturbi. Ataviados de un blanco impoluto, Joan Pons y sus drugos llegaron con su mágico, triangular y equilátero nuevo disco “∆” bajo el brazo, contagiándonos de una atmósfera de metafísica nostalgia. Nos deleitaron con sus introspectivas melodías y sus ritmos, a veces obsesivos, con los que cuesta no poner la mente en blanco para dejarse llevar. De su último disco, interpretaron temas como «Som Transparents» o «Les lletres no fan les paraules», éste último con una intro que parece remitir ligeramente al «Je t’aime, moi non plus» de Jane Birkin y Serge Gainsbourg.

Alrededor de las 18h30 la terraza nos esperaba con Marem Ladson en el escenario. La artista, de raíces gallegas y nortemaricanas, presentaba su primer disco homónimo, un puñado de canciones de corte intimista que navegan por los derroteros del folk-pop, con una voz que, paradójicamente, se alza delicada a la par que vigorosa, y a la que las guitarras añadieron intensidad emocional en temas como «Woods». La artista, además de interpretar temas propios, también versioneó a Damien Jurado, del que comentó es uno de sus artistas favoritos. La lluvia puso fin a su tregua durante el concierto de Marem Ladson, obligando al público a
resguardarse bajo las zonas cubiertas, mientras que los más impacientes se dispersaron para tomar buenas posiciones dentro del auditorio para ver a Los Planetas.

Y es que, sin duda, la actuación con más expectación dentro de la programación del festival fue la de Los Planetas. Su gira de celebración del XX Aniversario de su aclamado álbum «Una Semana En el Motor de un Autobús» los llevó hasta el Deleste para interpretar íntegramente este emblemático disco, junto a un quinteto de cuerda y piano, dentro de un sorprendente espacio como lo es el auditorio del Palau de la Música.
Un concierto muy especial que suscitó que un gran número de fans se agolpase frente a las puertas de la Sala Iturbi, generando un cierto descontrol a la hora de acceder al auditorio, donde las ansias por conseguir un buen emplazamiento dentro del patio de butacas se aunaron con el afán de infiltración por parte de algunos asistentes cuya entrada no incluía el acceso al concierto de Los Planetas.

Tras comprobar que el foso tenía su aforo completo, esta humilde redactora logró hacerse con una butaca en uno de los palcos laterales. Palpitante era ver la Sala Iturbi al completo para presenciar lo que se auguraba una actuación cargada de magia y emoción, y es que para muchos, Los Planetas ha sido la banda sonora que ha puesto voz y música a multitud de experiencias y emociones vividas durante la hora del esplendor en la hierba, como diría el poeta William Wordsworth.

Tres violines, un violoncello, un contrabajo y un piano en escena, esperaban la entrada de Florent Y Jota, ambos con sus respectivas guitarras, y cuya irrupción sobre el escenario ya desató los intensos aplausos del público. Arrancaron las primeras notas de «Segundo Premio», y gran parte del público no pudo reprimir las ganas de cantar lo que ya es un himno, mientras que otras secciones del público reclamaron silencio, siseando, para poder apreciar la música tal y como merecía la ocasión. El setlist respetó en su totalidad el orden de las canciones presente en el disco. Y así, temas tan imperecederos como «La Playa», «Parte de lo que me debes», «Ciencia Ficción», etc. se fueron sucediendo con una magnífica adaptación a un formato para orquesta lleno de matices, con temas que se prestaron mejor que otros a este registro más clásico.

«Cumpleaños Total» desencadenó la exaltación del público, el auditorio entero sucumbió a cantar aquello de “No será peor de lo que era...”. Sobrecogedora una de las joyas del disco: «Toxicosmos», donde algunos hicimos un ejercicio para contener la emoción, que acabó desbordando con el último tema, «La Copa de Europa». Ovación final del público, pero el concierto, para fortuna de los asistentes, no había acabado, los bises nos trajeron «Experimentos con Gaseosa» y la ya mítica «David y Claudia». Pero de nuevo, una sopresa más aguardaba al público cuando Florent y Jota, acompañados por el pianista, volvieron a salir para realizar un segundo y último bis con el tema de influencias flamencas «Si estaba loco por ti», el broche final para un concierto único.

Finalizado el concierto de Los Planetas en el auditorio, la terraza fue el marco que acogió el resto de conciertos. La gran mayoría del público se concentró, pues, en la terraza, la cual quedó visiblemente estrecha para poder albergar cómodamente a los asistentes que deseaban disfrutar de los conciertos en el primer tramo más cercano al escenario, y algo congestionada en las puertas que daban acceso al hall del Palau.

Aún así, ello no fue un impedimento para poder disfrutar de la banda valenciana Los Invaders y su apología festiva. Y es que Los Invaders rastrean la senda del rock con bases electrónicas y ritmos bailables, tomando como referencias cercanas a bandas británicas como Kasabian. El cuarteto remezcló sus propias canciones con otras como el «Rockafeller Skank» y el «Right Here, Right Now» de Fatboy Slim, el «Satisfaction» de Rolling Stones o el archiconocido sample de «Superdetective en Hollywood». Todo ello se erigió como una llamada a la diversión salvaje, imposible mantener los pies quietos ante tal inyección de energía sonora y el enardecimiento de su frontman.

El frenético dinamismo de Los Invaders encontró sus antípodas en la ya tan popular como peculiar puesta en escena de Los Punsetes, un grupo que desata pasiones y odios por igual. De sobra es ya conocido el característico hieratismo con el que Ariadna, voz cantante de la banda, permanece sobre los escenarios, impasible y ajena a toda la euforia que pueden llegar a desatar entre el público algunos de sus éxitos más mordaces. Toda una performance inmutable que no sólo contrasta con los guitarreos más enérgicos de algunos temas y el sarcasmo de sus letras, sino también con la extravagancia de sus estilismos, y es que apareció Ariadna sobre el escenario ataviada al más puro estilo victoriano. Desfilaron por el setlist seleccionado temas como «Tus Amigos», «Mabuse», «Dinero», «Arsenal de Excusas», etc. Pero fue en la parte final del concierto donde más voces entre el público se escucharon corear hits de la banda tales como «Tu Puto Grupo», «Me gusta que me pegues», «Maricas» y por supuesto, y ya para cerrar la actuación «¡Viva!» y la única interacción de la banda con el público al pronunciar Ariadna un escueto “Gracias Valencia, buenas noches”.

La jornada se iba acercando a su fin con el turno para las propuestas más electrónicas a cargo del dúo de Barcelona Tversky y su elegante disco funk del que se desprende un french touch, y The Basement cerrando en el hall esta intensa y suculenta jornada de conciertos que un año más nos ha ofrecido el Deleste. ¡Hasta el año que viene!

Texto: Patricia Alambiaga & Javier Terradez

Fotos: María Visuals / Patricia Alambiaga / Javier Terradez / Victor Albert

 

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