Kev, Colin, Jamie y Noel miman cada referencia que sacan a la luz. Esto ha provocado que con más de diez años de historia de Attic Lights, tengamos ahora en nuestras manos su tercer disco. Y “Love In The Time Of Shark Attacks” parece poner en evidencia que, aunque el tiempo pase para el resto del mundo, ellos mantienen intacta su inspiración pop, sus armonías celestiales y sus capacidades para construir canciones perfectas, que han sido comparadas con The Lemonheads, Teenage Fanclub o R.E.M. Mientras el mundo se vuelve loco, como aseguran en el título de su disco, siguen aferrándose a sus emociones y sus ideas con la frescura y la contundencia de antaño.
¿Quién no lo piensa nada más poner la aguja sobre el surco y escuchar el arranque de “Never By Myself”? La canción que sirvió como single de adelanto del álbum y que tiene una peculiar historia detrás. La escribió Colin en un autobús al quedarse olvidado y perdido después de un concierto del grupo en Inverness (Escocia). Todos estaban tan cansados aquella noche que no se dieron cuenta de que Colin no estaba en la furgoneta y partieron hacia su siguiente destino sin él. Colin tenía el móvil sin batería y pasó toda la noche deambulando por la ciudad para terminar durmiendo en un banco junto al Lago Ness. Al día siguiente cogió un bus para encontrarse con sus compañeros en la próxima ciudad de la gira y durante el trayecto escribió esta maravillosa canción que tiene algo de la esencia de la eterna juventud de The Hollies y la inspiración infinita de The Kinks. Un desafortunado despiste que dio como resultado una de las canciones más redondas del grupo.
O ese “Ruby’s Song”, cercana a Big Star con cierto aire a los Rolling Stones más elegantes. Y cómo “Come Back To Me” nos retrotrae a la parte más delicada de The Velvet Underground: esa pandereta, los arreglos de guitarra, que parecen ideados por el mismo Sterling Morrison, el corazón roto en mil… En “People Come On” demuestran su habilidad para manejar la psicodelia pop, su destreza para construir un himno generacional inspirado a partes iguales en The Shins y The Beatles de la época del “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”. Una canción sobre la situación actual del mundo, que intenta incitar a la gente para que piensen por sí mismos y luchen por un mundo más justo y honesto. “Fables” hace que por primera vez entren las penumbras en la habitación, evocando el espíritu de Elliot Smith y Simon & Garfunkel con una capacidad de emocionar puesta a prueba con la desnudez de esta composición.
“Louis”, junto con “Ruby’s Song” celebra nuevos nacimientos en el seno del grupo a base de una estrofa tan tarareable como el estribillo. Unas píldoras de The Lemonheads contra el dolor, unas vitaminas made in Teenage Fanclub, y toda la esencia del mejor pop escocés, y no hay enfermedad que se nos resista. La inspiración country aparece de manera palpable en “I Found A Girl”, donde nos acordamos de Gram Parsons y de The Flying Burrito Brothers. Y ya saben lo que eso significa. Armonías rayando lo celestial. “Palace Of Losers” lanza uno de los mensajes más amargos del disco, de nuevo con un tema desnudo y descarnado, a flor de piel; con una letra fascinante y una melodía lenta. Una canción que Will Oldham o Bill Callahan hubieran querido escribir. O como hacer que la tristeza sea hermosa. “Kings Of Whatever” vuelve a disparar las distorsiones, la urgencia y el desparpajo de los Pixies, para que el disco lo cierre una “Back Rub” que vuelve a sacar una fuerte influencia americana, melancólica, puede que más madura, y puede que también por ello más desarmante, turbia, sobria y rotunda. Como cuando Neil Young o Tom Waits se sentaban en el piano: sabías que algo fuerte iba a ocurrir.
Al final, se trata de una colección de canciones absolutamente redondas. De esas que parecen no pretender nada, y de repente no salen del reproductor, y poco después no salen de tu cabeza y acaban formando parte de la banda sonora de nuestra vida. Porque esa es la verdadera esencia del pop, esas melodías que se cuelan en nuestra vida, adquiriendo un valor incalculable. Como Teenage Fanclub, Velvet Crush, The Posies, The Boo Radleys, The Three O’Clock y tantos otros.
Eso esperamos que ocurra con estos nuevos temas de Attic Lights, producidos por Johnny Smillie (Belle & Sebastian, Edwyn Collins) y Andy Bush (The Twilight Sad) y envueltas en un fantástico diseño de Gorka Olmo, con sus ilustraciones mágicas y luminosas. ¡Por un mundo con menos tiburones! Al menos fuera del mar.