Después de varios Singles y dos Mini-LPs; de que sus canciones hayan cruzado una buena parte de los océanos de este mundo, de haber actuado en festivales como el Popfest de Nueva York o el Indietracks de Inglaterra, y tras casi cuatro años de silencio desde “Nordeste”, su último Mini-LP, por fin tenemos entre nuestras manos una nueva referencia y, aunque suene extraño después de seis años de actividad, el primer álbum de Los Bonsáis.
Y puede que su título, “Hinoki”, no sea en balde. El Hinoki es un tipo de ciprés japonés que crece muy lentamente, pero que puede llegar a medir más de 25 metros de altura, y cuya madera se utilizaba principalmente para construir palacios. ¿Una llamada a la paciencia? ¿A no apresurarse y dar los pasos lentamente, pero con convicción? En cualquier caso, no cabe duda que “Hinoki” suena menos urgente que sus entregas precedentes, aunque no por ello menos ágil y adictivo. ¿Madurez? Sí y no. Porque las canciones de Helena y Nel siguen evocándonos juventud y rebeldía, energía y vitalidad. Pero al mismo tiempo muestran un poso que sólo el tiempo puede revelar.
Sí, hay indie pop fresco y divertido, como “¡No Quiero Salir!” (que encuentra curiosos paralelismos con la surfera “Septiembre”), pero sobre todo la primera parte del disco, incluso esa reformulada “Nubes Y Claros”, hablan de tomarse la vida con calma, de contemplar las cosas que hay a tu alrededor. Incluso esa toma acústica que es “No Es Para Tanto” nos hace pensar en Nosoträsh y su álbum “Popemas” y sobre todo en Le Mans y la manera en que estos grupos desplegaban la poesía de lo cotidiano. Ecos que también aparecen significativamente evidentes en esa gozada interrumpida (o no) que es “La Travesía”.
“Buena Idea” parece que le da la vuelta al asunto, con un toque ruidoso y una línea de bajo de esas que se adhieren a la superficie del tímpano y no se suelta en toda la jornada. Pero la idea musical sigue constante: melodías puras y claras, arreglos simples y naturales, canciones entrañables y cercanas, con pequeñas querencias por el shoegazing, sin ampulosidades, pero con la clara pretensión de acercarse al oyente con calidez y cariño. Así lo confirman “Algo Extraño”, “Sin Avisar” o “Presentimiento”, donde de nuevo el bajo presenta un papel protagonista melódicamente hablando. “Galaxia” cierra esta colección de 11 canciones que saldrá en vinilo de color magenta, en una edición numerada y limitada de 500 copias con un mensaje que deja abierto este periplo de indecisión y paciencia (algo que de algún modo confirma esa actitud contemplativa como una actitud vital) y ecos de, aunque vuelva a sonar extraño, Galaxie 500. Una delicia.
Uno de esos discos construido con mimbres transparentes, que traza una línea directa con el oyente, que huye de coartadas artísticas y que, al final, no hace más que plantear algo que debería ser un lema a día de hoy. Y es que la música es una forma de conexión y comunicación. Que hay mucho teléfono roto. Y que es maravilloso cuando te das cuenta que un grupo te está invitando a escuchar.
Y para rematar tanta lindura, Helena nos regala de nuevo una maravillosa portada en la que despliega, como en sus discos anteriores, todo su talento y buen gusto como artista plástica.