Tras tres EP’s en su discografía, éste se convierte en el LP de debut de Omega dB. El más conceptual hasta el momento. Un tributo al séptimo arte. Una oda cinemática a las emociones. “Millennial” de los pies a la cabeza. Amante del cine en casi todos sus géneros, destaca por encima de todos el sci-fi.
Y es que Omega dB creció viajando a través del tiempo dentro de un Delorean, entre golpes de sables láser, haciéndose amigo de androides, extraterrestres o inteligencia artificial. Todo eso acompañando sus oídos por las batutas de grandes maestros como Hans Zimmer, Vangelis, John Williams o Mike Oldfield… que daban forma musical a esas extraordinarias obras cinematográficas.
Tras crear música mucho más maquinal y bailable, Omega dB publica ‘Chapter Four’, un trabajo conceptual e introspectivo, más enfocado al “ambient cinemático” eminentemente futurista, con capas de sintetizadores, instrumentación más orgánica sin recurrir prácticamente a automatizaciones y elementos percusivos.
Estamos ante un nuevo y valiente –por conceptual, experimental y catártico- capítulo en su repertorio musical, influenciado por su visión sensible y personal sobre algo que siempre la ha subyugado, el cine. Éste es su particular homenaje sonoro.
‘CHAPTER FOUR’, TEMA A TEMA
Todo empieza con la contemplación del vuelo de los pájaros ‘Bird Flight’; que nos invita a soñar esperanzados en plena distopía galopante, ‘Hope is a Waking Dream’. Y todo ello oliendo el aroma de libertad que desprende la siempre renovadora lluvia –‘The Smell of Rain’; hasta contar ese secreto – ¿quizá maldito? – a alguien susurrándoselo en su oído -‘The Wind Whispers’- tras el que, para bien o mal, ya no habrá vuelta atrás -‘No Going Back’-. Tras un interludio entre nubes de polvo cósmico –‘Between the Clouds’- acaba con un ascenso epicista entre arpegios y loops – ‘The Rising’ y una abrupta redención tras la que ya solo habrá silencio, ‘Redemption’. Esto es ‘Chapter Four’.
‘MANIFIESTO CHAPTER FOUR’
“ ‘Chapter Four’ es un viaje hacia la catarsis que empieza contemplando el Lucero del alba, al que la alondra dedica su canto. Esta despliega sus alas. Los cálidos rayos del sol vespertino refulgen, antes de que el ave emprenda su vuelo hacia un nuevo comienzo. La brisa acaricia sus plumas. Vuela. El viento trae consigo el susurro del ozono. Gotas de lluvia, una tras otra, caen sobre los charcos que esperan pacientemente. Vuela alto. El cielo azul. El sol cenital resplandece”.
(OMEGA dB, abril de 2020).
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