Durante los primeros meses del ya extinto y pandémico 2020, la artista senegalesa Fakeba –léase, ‘La Reina de África’- lanzó su álbum ‘Jotna’ (Iberlive) junto al célebre e icónico productor británico John Fryer, recibiendo una gran acogida por parte de público y prensa.
Se trató de un disco pleno de referencias interculturales, beats electrónicos y bases electro-tech-pop con toques darkys de new-wave y preñado de influencias industriales de ascendente 90s. Un álbum transversal, rompedor y valiente -por interpretado y cantado en wolof- que incluyó siete temas cuyas letras escritas por Fakeba que suponen una llamada a toda la sociedad africana, a la que le pedía que se levantara y avanzara.
FAKEBA 2021
Ahora, Fakeba -para dar la bienvenida a este esperanzador 2021- continuando con su permanente homenaje a su tierra natal ha querido que algunos de los mejores tracks de dicho trabajo sean remixeados por artistas 100% nacionales se han interesado por ellos por su innegable caridad y originalidad. De esta manera nos encontramos que productores de la mayúscula talla, buen gusto y variedad estilística de David Kano, Christian Wünsch, Big Toxic, Paula Cazevane, Helena Gallardo, The Dirty Playerz, Joaqui y J. Siemens firman unas personalísimas y eclécticas reinterpretaciones de extraordinarios pasajes como son ‘Dakar’, ‘Ndanane’ y ‘Mother Africa’.
‘JOTNA REMIXES’, TEMA A TEMA
El jefazo de los remixers del mejor indie patrio –léase, el madrileño David Kano– coge ‘Dakar’ y se lo lleva directamente a la pista de baile festivalera a base de lo que mejor maneja: bombo rock y marcial, bajo XXL marcando el camino, sintes efervescentes y ese rollo “100% David Kano” que hace que sus famosos remixes sean reconocibles al primer beat. No hay fallo.
El tecnócrata de origen monegasco, Christian Wünsch reinterpreta ‘Dakar’ desde una visión ensoñadora y escapista del mismo, saliéndose de su zona de confort. Techno a baja velocidad que se sinergia a la perfección con sonidos urbanos de última generación –entre los que nos faltan los breaks, guiños bass y, todo ello aderezado por esa melodía arpegiada hasta el más infinito y más allá, dando lugar a un corte fascinante.
A continuación ‘Dakar’ en manos de Joaqui adquiere apostura de tema progresivo y con evidentes querencias clubbys, conducido en todo momento por un bombo situado a la vanguardia y unos sintes mentaloides que, tras el drop, estallan en mil pedazos. Tan marciano, como adorable.
El mítico productor francés Big Toxic –con el que Fakeba ha colaborado en diferentes ocasiones y siempre con felices resultados- es uno de los que ha escogido ‘Ndanane’ para darle una pátina de noventerismo, old-schoolismo y electro-techno de muchos quilates sobre el que cabalga un bassline tan potente como infeccioso. Su remix es un arma de baile masivo al servicio de despertar conciencias y agitar cuerpos. Magnífico trabajo de un maestro.
También la DJ y productora madrileña Helena Gallardo ha aportado su ampliamente conocido buen gusto sonoro a ‘Ndanane’ despojándolo de casi todo para revestirlo de ambientalismo oriental, cinematográfico y próximo a estancias tan oníricas como evasivas. Un trabajo delicioso.
La donostiarra Paula Cazevane –otra de nuestras tech-womens más apreciadas aquí y fuera de España- transforma ‘Mother Africa’ en un trallazo techno de alto octanaje de los que van directos a la yugular del clubber. No hay tregua a base de un bombo que suena como una bomba, una melodía esquizoide ante la que es imposible no sucumbir, energia distópica a raudales y muchas ganas de quemar zapatilla en honor a África.
El dúo cántabro The Dirty Playerz convierten ‘Mother Africa’ en un destellante corte de EDM colorista, infalible y coreable, de esos que hay que bailar elevando los brazos y el corazón hacia el cielo. Tan apabullante como festivo. Es un diez.
Finalmente, J. Siemens se lleva ‘Mother Africa’ hasta un espacio en el que solo hay lugar para la rave, la acidez techno y esos ramalazos noventeros que tan bien le sientan y que tan dichosos harán a los que disfruten de este corte en una pista de baile a esas horas en las que solo queremos bailar, bailar y bailar.
(Fernando Fuentes, enero 2021).
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