Lo cantaba el mismísimo Stevie Wonder: «Cuando crees en cosas que no entiendes, sufres. La superstición no es el camino«. A Los Mejillones Tigre, como a muchos de nosotros, la Covid de los mil demonios les pilló con trabajo recién estrenado —el muy gozoso «Tropical y salvaje»— y un futuro en ciernes de lo más prometedor. Por eso lo de la superstición es algo que a los de Jaén se las trae al pairo. ¿Cómo culpar a la mala suerte cuando hay una pandemia GLOBAL? Pues eso.
Así que para volver al ruedo, Los Mejillones Tigre, siempre tan valientes, han decidido llamar a su nueva criatura «El gato negro» y marcarse, además de una cumbia de lo más resultona, un videoclip que hace de las caídas mortales todo un ejercicio de estilo. Inspirándose en la serie de fotografías «In extremis (Bodies with no regret)» del italiano Sandro Giordano trasladándolas al elegante blanquinegro del Hitchcock más clásico, la pieza es una auténtica delicatessen, disfrutable al 100% desde su inicio hasta los créditos. Unos créditos que incluyen a Dani Garvín, miembro de los propios Mejillones, en la dirección y el montaje, y a Lorena Anguita en las labores de cámara, iluminación y etalonaje.
Claro que si el videoclip es una delicia, la canción no se queda atrás. Faltaría miau. «El gato negro» se pasea ladino ante nuestros oídos como la composición más rotundamente latina de Los Mejillones Tigre, que ya es decir. Sin mostrar ni una sombra de esa otra faceta suya tan sixties, la banda nos regala en sus propias palabras «una cumbia oscura y psicodélica, con la que aludimos a nuestro instinto felino». Para despertar esa naturaleza, Los Mejillones Tigre —¿algo de felino tienen ya en su propio nombre, no? ¡Ejem!— apuestan por «guitarras espaciales y atmósferas densas, que envuelven una melodía sencilla y bailable».
¿Dispuestos pues a caer en las zarpas de «El gato negro»? Olvidemos todos los males, tanto el mal fario como el mal de amores. Y al mal tiempo, buena cara. Hagamos caso a Los Mejillones Tigre, que lo tienen claro clarinete: la cumbia, familia, lo cura todo.
