Por noches mágicas como esta son por las que me alegro de no ser un talibán musical. Me explico. Mi intención inicial era acudir al concierto de !!! (Chk Chk Chk) en la sala Moon (antigua y mítica Roxy), pero sin entrar en detalles, digamos que no fue posible… así que me ofrecen la posibilidad de acudir al concierto de un tal J.P. Bimeni & The Black Belts que iba a tener lugar ese mismo día en el 16 Toneladas. Reconozco que no había escuchado absolutamente nada de ellos hasta la fecha, así que hice mi trabajo y me documenté buscándolos en YouTube. Mi sorpresa fue muy grata. Un grupo muy solvente de música soul, con un cantante con estrella propia. Indagué un poco más, y la historia personal de J.P. Bimeni me resultó fascinante.
Jean Patrick Bimeni originario de Burundi y descendiente de la familia real de ese país africano. Tuvo que escapar de allí a los 15 años debido a la guerra civil y el genocidio que tuvo lugar a principios de los noventa, tras múltiples atentados contra su propia vida, incluido el envenenamiento en un hospital por parte de los médicos. Consiguió obtener el estatus de refugiado y huyó a Gales. Ingresa en el Trinity College -que acoge a la infancia que ha escapado de conflictos- y allí logra recibir una beca organizada por Naciones Unidas. Al joven Jean Patrick le llevan a comprar discos para su cumpleaños, y pronto se decanta por la música de Ray Charles, Bob Marley, Marvin Gaye, la Motown, y especialmente por Otis Redding, que se acabaría convirtiendo en su ídolo musical.
Además, venía avalado por ser una recomendación del Splendini (bar i discos). Malo no podía ser. Así que allá que voy, con una amiga a la que consigo liar para que me acompañara, y que al igual que yo, no los conocía. Iba a ser todo una sorpresa. Además, que tampoco está mal salir de vez en cuando de mi “zona indie de confort” y explorar otras latitudes musicales.
El local ya está lleno cuando los músicos, vestidos muy elegantes como marcan los cánones, salen a escena y se reparten por el escenario. De izquierda a derecha, el teclista, un trompetista, un saxo, el batería al fondo, bajo y guitarra. Comienza el concierto de manera instrumental a modo de bienvenida y para ir calentando motores. El guitarrista, Fernando Vasco, ejerce de maestro de ceremonias, y presenta a J.P. Bimeni, que aparece con chaqueta americana, pantalón, jersey fino de cuello alto, todo oscuro y un llamativo colgante de bolas también a juego. Comienza con el tema “Same Man” de su primer álbum “Free Me” (Tucxone, 2018). De repente los rayos del sol parecen invadir todo el recinto, con su sonido estival, su cálida voz y su espíritu optimista. No en vano, esa es la filosofía vital de su cantante, que tras ser testigo del horror, entiende la música como refugio y como herramienta de esperanza para hacer del mundo un lugar donde merezca la pena vivir.
Continúan con “Not in my Name”, otra optimista canción del flamante nuevo álbum que están ahora presentando, “Give Me Hope” (Lovemonk Discos Buenos), que lanzaron este mes de febrero y cuya gestación resultó compleja debido a la pandemia. Una reflexión sobre lo que nos da esperanza. Con un mensaje pop-soul único, Bimeni alienta la reciprocidad de nuestra existencia comunitaria. Tras ella, “James Stern” (también del nuevo disco) donde Bimeni explica brevemente quien fue. Por si no sabéis de quien se trata, James Hart Stern, fallecido este pasado 2019, fue un activista afroamericano que se introdujo en un grupo neonazi en Estados Unidos (NSM) hasta acabar liderándolo con el objetivo de destruirlo. Un caballo de troya con todas sus letras. Sin duda, una historia digna de película, y como no, de esta canción con un toque funky.
No soy ningún experto en este género, pero no creo que resulte marciano encontrar reflejos de otros grandes como Otis Redding, Marvin Gaye, James Brown o Tom Jones. Grandes voces que como Bimeni, también aunaban sentimiento y sexualidad con poderío, sexualidad y elegancia. Combinaciones contundentes que hacen que sea imposible que tu cerebro no ordene a tu cuerpo a comenzar a moverse.
Llega el turno de “Honesty is a Luxury”, del anterior álbum. Una sensual balada que no por ello es menos animada. Siguen con “Stupid”, del mismo álbum, que arranca como una lenta balada pero que tras un silencio, pronto torna en un tema súper alegre y dicharachero, con toques reggae y ecos de bandas místicas del ska inglés como los Madness o The Specials, sobre todo en sus secciones de viento y cambios tonales.
Con la versión del “Keep On Running”, la mítica canción de Spencer Davis Group de 1965, la gente ya no puede contenerse y da rienda suelta a sus ganas de bailar. El propio Bimeni incitó al público a ello, y este no tuvo problemas en sucumbir. Una versión menos rockera tal vez que la original, pero más soulera, animada y con algo más de duración. Fue la primera cover del repertorio, pero el destino nos depararía alguna que otra más. Tras ella, “I Miss You” otra emotiva balada del primer álbum, que me recordó a otro temazo como es «Changes» de Charles Bradley, famosa por aparecer en la irreverente serie de dibujos animados para adultos “Big Mouth” de Netflix.
Con “Free Me” llegamos más o menos al ecuador del concierto. La sentida canción que da nombre a su primer LP fue interpretada con toda la elegancia y distinción que la acertada combinación entre J.P. Bimeni y los Black Belts han conseguido imprimir a su música. Una máquina bien engrasada y con alma que no sabe hacer otra cosa que tocar música que te llega (si eres humano).
Bimeni nos pregunta “Are you ready to dance?” varias veces, hasta que obtiene la respuesta deseada que no es otra que un rotundo SÍ. Entonces es cuando llega “Precious Girl”, del nuevo disco, que es otro tema que parece más cercano al disfrute del verano. Otro canto al amor y al propio júbilo de vivir. Una felicidad animada y contagiosa que obligaba a mover el cuerpo, dar palmas y a ponerte una amplia sonrisa en la boca.
El punto de dramatismo y melancolía llega la balada “Pain Is the Name of Your Game”, con su inicio con vientos y su voz que se convierte en lamento y que me recuerdan al James Brown de “It´s A Man´s Man´s Man´s World” (1966) o a diosas como Etta James o Nina Simone. Turno de “Give Me Hope”, la canción que da nombre al disco que llevan este año presentando. En febrero estuvieron tocando en Francia, y al día siguiente de tocar aquí en València, sería el turno de hacerlo en otro emplazamiento mítico como es la Sala Caracol de Madrid.
La complicidad entre el frontman de la banda y el público era ya total para entonces, y buena prueba de ello era cuando animaba a continuar sus cánticos (ehh uhh… ahh ahh) o a dar palmas. Encararon la recta final con “Mathematics”, otro animoso tema que destila elegancia, y donde las trompetas y la línea del bajo reviven tanto a formaciones estadounidenses como Sharon Jones y The Dap-Kings o a artistas como el nigeriano Fela Kuti.
Con la frenética “I Can’t Get Enough of Your Love” el profeta Bimeni nos eleva hasta los cielos, para abandonarnos después… mientras seguimos flotando pero cayendo poco a poco, el resto de músicos también deja el escenario. Momentos de expectaciones que se hacen eternos. No se hacen mucho de rogar y al cabo de unos minutos regresan para tomar posiciones y afrontar los bises. Y fue de nuevo una versión, esta vez del artista de Virginia, Eddie Holman y su tema “Four Walls” de 1969, incluida también en su nuevo disco y que lo abre. Bimeni se lamenta de haber perdido un amor que una vez dio por sentado. A mí esa sucesión de acordes me traía a la mente la famosa canción de Eric Burdon & The Animals, “The House of the Rising Sun” (1964).
Le sucede “Better Place”, del primer disco, y con ella la elegancia y la distinción vuelven a reinar en la sala. Con esta música entran ganas de vestirse bien!!! Bimeni abandona el escenario mientras sus compañeros continúan. Como cierre, una rotunda (y extendida) versión de “Vehicle” de The Ides Of March, de 1970. Con un momento instrumental inicial que es aprovechado por el guitarra, Fernando Vasco “Dos pistolas”, para presentar al resto de la banda. No estoy muy seguro de ello, pero creo que a los teclados había un sustituto respecto su teclista habitual (Alejandro Larraga). A la trompeta, Ricardo «Richy»Martínez, con el saxofón, Rafael Díaz, en la batería, Rodrigo Díaz «Niño», y con el bajo, Pablo «Bassman» Cano Fernández. Por último nombra a J.P. Bimeni, que regresa entre aplausos al escenario para ponerle voz al tema. Sin duda un momento mágico el vivido durante esa velada.
Entre el público un ilustre historietista valenciano, Lalo Kubala, que al final del concierto me confesó que había sido el mejor concierto de soul que se había hecho en Valencia en toda su historia… ¿Exageró? Nunca lo sabremos. Lo que se puede decir sin que te acusen de exagerar, es que J.P. Bimeni es actualmente una de las mejores voces en activo dentro del mundo del soul, y la química que tiene con The Black Belts les puede hacer que lleguen muy lejos. Mis mejores deseos para su futuro y su trayectoria.
Si le queréis seguir un poco la pista a la banda, buscadlo por redes y si te decides a verlos en directo, que sepas que el próximo sábado 9 de abril tocan en la sala Capitol en Santiago de Compostela, y en verano tienen previsto acudir al festival ESFÉRICA en la Rioja alavesa que tendrá lugar entre los días 18 y 21 de agosto, junto a otros artistas de la talla de Mon Laferte, Iván Ferreiro, Glassio o Tanxugueiras.
Texto: Javier Terrádez
Fotos: Ester J. / Javier Terrádez