Aunque peine canas, la irrupción de Interfront en el panorama musical me pilló jugando al Lego, y ya no te cuento la de Megabeat… Pese a haber estado en algunas de las discos que conformaron esa galaxia de ocio nocturno de la movida valenciana, lo que yo pude vivir fueron los estertores de un fenómeno cultural complejo, que arranca en los primeros años de la década de los 80 y que va transformándose -y tomando aceleración-, al igual que los BPM de cada nuevo tema que probaba suerte en las pistas.
Pese a ello, por haber vivido mi infancia y adolescencia en los 80 y 90, y supongo que por haberla vivido aquí en Valencia, la música de Interfront siempre me ha resonado y me ha resultado familiar y natural, sin haberla escuchado nunca en directo. Interfront sonaba en la época y en muchas partes. Antes de que llegara Internet, que me sirvió para redescubrirlo, ya lo conocía por haberlo escuchado en la radio, en casa de amigos, o a través de las ventanillas —casi siempre bajadas— en los equipos de música de los coches, que cada noche de esos findes eternos se paraban ante el disco rojo del semáforo de al lado de mi casa, esperando que les dieran el pistoletazo de salida a su nueva aventura nocturna. Por tanto para escribir esta crónica seré honesto y trataré de realizar el equilibrio imposible entre la remembranza vital, tan vinculada siempre a lo emocional, y la supuesta objetividad del presente. Si quieres acompañarme en este viaje, adelante.
El pasado sábado 30 de abril pudimos disfrutar en Valencia de la esperada y celebrada actuación de un artefacto sonoro electrónico conocido como Interfront. Una auténtica máquina capaz de atravesar el tiempo, pilotada por Julio «Nexus». No faltaron sus temas más míticos, en versiones más actualizadas, con otros más actuales. Una sesión bien armada que consiguió transportar a una auténtica ucronía festejada con baile.
El lugar no pudo ser otro que el 16 Toneladas, que en su apuesta por ofrecer una programación variada y de calidad, sigue consolidándose como santuario de la música en vivo dentro de la capital del Turia. El cariño melómano del proyecto y su acústica idónea, también son sello de la casa.
The Alchemist fueron los artistas invitados para la ocasión, la banda electrónica valenciana compuesta por Greg Esbar y Laura Saint-Claire. Un proyecto que arrancó en 2019 (“Game Over” fue su EP debut), aportando una visión personal y con alma del tecno y del synthpop, que ofrece interesantes matices en sus composiciones que profesan un amor al sonido noventero pero contando con una esencia del ‘Made in Valencia’. La alianza con Interfront resultaba idónea y como contaron, se forjó años atrás, y a los que consideran familia.
Abrieron con “The awakening”, que nos despertó ante el sueño lúcido que íbamos a vivir esa noche. En “Bloodlust” rinden homenaje al grupo de tecnopop español Niños del Brasil, con una versión reinterpretada de su tema “Sed de Venganza” (1991). La maestría conjugada de Greg y Laura, sirvió para ir conjurando y calentando la fórmula, y con ello el ambiente, y como buenos alquimistas, no cesaron en su empeño de transformar lo material en búsqueda de una mayor pureza. Trazas de los primeros Prodigy, Chemical Brothers, Depeche Mode, Cycle, entre otros.
Se sucedieron temas más electro y acelerados, con otros más oscuros, románticos y ‘depechemoderos’. En todos Laura lució sus dotes vocales. “Gimme the Light”, dio más pie al baile. “Hidden in the dark”, la versión de “Oculta realidad” de OBK (1991). La siniestra “Game Over”, el tema que dio nombre a su EP. “Darkest truth”, una oda al despropósito político en tiempos de pandemia, y que sonaba algo más ebm y dark. Tras ello, el agradecimiento a las salas de concierto, que como el 16 Toneladas, han hecho grandes esfuerzos para aguantar el chaparrón pandémico, y a sus “hermanos” Interfront, por confiar en ell@s. Tras dos años de andadura, anunciaron la despedida del proyecto, agradeciendo al público asistente su apoyo y calor. Se despidieron con “After the midnight”, aunque después retomaron el setlist para culminar con dos bises más.
La gente ya estaba animada y aprovechó el interludio, amenizado con más electrónica, para prepararse ante la inminente presencia de un ilustre. El preludio de la suite no 1 de Bach en Sol mayor, sonó para reseñar el nivel de gala de la ocasión. Aparecen Julio «Nexus» y Albert Pavía, y accionan los motores para encender esa máquina del tiempo de la que he hablado al comienzo, que lejos de ser unidireccional, acabó sirviendo tanto para llevarnos a las personas que allí fueron congregadas por ellos, a una época pasada, como a ellos les sirve para traer al presente su música.
Se produjo esa paradoja conocida como “nostalgia del futuro”, y durante el generoso tiempo que duró la actuación, conseguimos «burlar» al continuo espacio-tiempo, para quedar en suspensión de una época difusa que contenía lo mejor de los 3 mundos: pasado, presente y futuro. Recuerdo que estuvimos gozando de su música, aquí y ahora, y al tiempo, allí y entonces. Todo un ejercicio de savoir faire que lo otorga una veteranía que lejos de anclarse, ha tenido la destreza de actualizarse sin perder la esencia que le valió para triunfar.
Interfront surgió de la incorporación de Julio «Nexus» a Megabeat, el proyecto de música electrónica de Fran Lenaers y Gani Manero. Megabeat arrancó su andadura a finales de la década de los ochenta, e Interfront está activa desde 1990 –año en el que debutan con el tema “Strange”, incluido en “Invisible 1” –, hasta 1992. Un periodo aunque breve, de verdadero éxito y furor. Genuino y puro Sonido de Valencia (son muchas las personas que consideran que son los padres del mismo), y que bebían a su vez de una amalgama compuesta por Front242, Nitzer Ebb, Kraftwerk, aunque también The Chameleons, Bolshoi o Depeche Mode.
El público enseguida se mostró cómplice con Interfront, que no dejó de bailar ninguno de sus temas, aunque claro está, apreciaron cada uno de los clásicos, que fueron combinándose entre los de Interfront y Megabeat. Rompimos la barrera retrofuturible gracias a temas con más de tres décadas a sus espaldas, como “Balada para Jet Harris” (versión de Apple Boutique), que sonaba con un look sonoro más actual. Nos volvimos a preguntar “Quien mató a Laura Palmer”, y como no podía ser de otro modo, con “Es Imposible, No Puede Ser”, la sala volvió a emocionarse y a revivir momentos mágicos.
Entre tanto temazo, sonó “Destination” (la predilecta del demiurgo «Nexus»). En “Ducted”, el ambiente de celebración era total, y es que en la pista, nos deleitamos mediante el ritual del baile, en un presente al que ya le vemos asomar los colmillos de un futuro amenazante y de desasosiego. El guiño al retrofuturismo distópico se produjo con la reinterpretación del “End Titles” de Vangelis para la BSO de Blade Runner, y que justo mientras escribo estas líneas me entero del fallecimiento del compositor griego a los 79 años de edad. Todo un referente y pionero también de la música electrónica. Hacia el final, se me hizo escuchar una remezcla del tema de Utah Saints para Mortal Kombat, pero no pondría la mano en el fuego. Si mal no recuerdo, “Struggle For Pleasure” de Wim Mertens nos puso la melancolía con escapada bailable. El ritmo de la sesión fue intenso, pero también dejaba momentos para una mayor introspección y calma antes de cada nueva subida. Lo dicho, esta máquina del tiempo sigue gozando de un buen motor, una buena transmisión, y con unos pilotos que conocen la ruta…
Tras el final, bien entrada la noche, la fiesta no decayó, ya que se quedó en cabina el maestro Fran Lenaers (el otro Megabeat original), que prosiguió con su sesión hasta la madrugada, pero eso ya lo deberían contar las personas valientes, el cobarde que escribe plegó velas rumbo a puerto. Una velada especial y recomendable, a la que esperemos que se vuelvan a alinear los astros para repetir.
Texto y fotos: Javier Terradez
No es un adiós, si no un hasta luego… 😉
Megabeat no comenzó a principios de los ochenta sino justo al final. De hecho el Megabeat 1 salió ya en 1990.
¡Muchas gracias por el aporte!
Toda la razón, nuestro redactor reconoce que no vivió esos años. Lo corregimos.