No sólo surf, garage y psicodelia cobija el brillo del Pacífico en California, y es que de vez en cuando también asoma la intensidad emocional del post-punk (esa etiqueta que en muchas ocasiones se utiliza como cajón desastre para englobar todos aquellos sonidos que destilan cierta oscuridad venida de finales de los 70′ – principios de los 80′), buena prueba de ello son las dos bandas que con motivo de su gira europea nos visitaron el pasado martes 25 en el Loco Club: Fearing y Death Bells.
Una noche de atmósferas oscuras, guitarras afiladas y emociones gélidas acompañadas por ese tipo de voces barítono a las que una acaba rindiéndose. Sin embargo, los caminos del público valenciano a veces son inescrutables y, pese al arraigo de este tipo de sonoridades en la ciudad, la afluencia fue más bien escasa. Y así, con con unos pocos fieles rindiendo culto a las sombras, empezaron Fearing, presentando su último EP «Desolate» publicado en abril de este mismo año.
Con unas bases programadas para la percusión y los sintetizadores, James Roger al frente en la voz y al bajo, Joey Camello a la guitarra, y Brian Vega también a la guitarra y voz, Fearing desplegaron un sonido brumoso impregnado de esa bella melancolía que esconde el Romanticismo Oscuro. Temas como «Good talks», «However long» o «Nothing new» no sólo hechizan por esas melodías envolventes, sino también por la subyugante voz de James Rogers, grave y teñida de oscuridad. Sin duda, unos dignos herederos de la Dark Wave describiendo paisajes emocionales sombríos.
Por su parte, Death Bells, el dúo de origen australiano aficando en L.A. visitaban por primera vez Europa en forma de cuarteto con algunos de los miembros de Fearing. Así, Will Canning (voz) y Remy Veselis (guitarra), se acompañaron sobre el escenario con Joey Camello al bajo y James Rogers a la batería para presentar su nuevo álbum «Between here and everywhere», abriendo precisamente el setlist con los marcados ritmos de «Passerby», tema que además inaugura este álbum publicado a finales del pasado mes de julio. Intensos, bajo la estela de la oscuridad pero dejando resquicios para una esperanzadora luminosidad, Death Bells resultaron cautivadores en directo: la vigorosa y tajante gestualidad de Will Canning acompañando los ritmos junto a su voz de tesitura oscura y profunda, las melodías punzantes de las guitarras aderezadas con la contundencia de la batería y el bajo, y algunas bases programadas para los teclados que añadieron más matices sonoros.
A destacar el tema «Intruder», donde la banda fluyó con fuerza jugando y acelerando ritmos que acallaban súbitamente. Temas intensos como «Hysteria», «Heavenly Bodies» o «New Signs of Life» desfilaron por el setlist ganándose al público allí presente, mientras la magnética y breve «Shot Down (Falling)» cerraba el concierto, la banda desaparecía del escenario, pero el público embargado de emoción insistió para un bis que nos fue concedido, y así la banda al completo volvió a salir para sorprendernos a todos con una versión del «Knocking On Heaven’s Door» de Bob Dylan mucho más atmosférica y electrizante que la original. Ojalá los bises se hubiesen extendido más para poder disfrutar un poco más de esa oscura noche, pero al menos salimos satisfechos por haber tenido la oportunidad de ver dos bandas con un sonido absolutamente arrebatador. Dos buenos bolos que bien merecían que saliéramos de nuestras guaridas un martes noche.
Texto y fotos: Patricia Alambiaga