Como decía la canción de Paul Weller: si parpadeas, te lo pierdes. La chispa del buen pop es tan fugaz que más vale aprehenderla en plena combustión. Porque todo en Yo Somos es espontaneidad, frescura, instinto. Los valencianos Quique Gallo, Xema Fuertes y Cayo Bellveser son ahora mismo el power trio más arrebatador del panorama musical estatal. Lo suyo es la inmediatez, la economía de medios, la radiante luminosidad de esas canciones que no necesitan más que una guitarra acústica, un bajo, una caja con escobillas y dos o tres minutos para seducir. Y a correr. Las suyas son melodías brillantes como soles, alentadas por el ejemplo de ilustres maestros de la distancia corta como Jonathan Richman y sus Modern Lovers, Violent Femmes, The Jam, The Wave Pictures, The Moldy Peaches o Stanley Brinks. Y saben muy bien que juegan a la contra, en esta era de producciones hinchadas artificialmente, coros subrayados con aspiraciones épicas e intensidades impostadas, diseñadas con el gran festival entre ceja y ceja. Nada de eso va con ellos. Son outsiders convencidos.
Las doce canciones del homónimo Somos (El Volcán, 2024) revelan el triunfo de lo sencillo, que no siempre tiene por qué ser lo más fácil. Ni mucho menos. Es esa una enseñanza que se aprende con la edad. Y si algo les sobra a los tres integrantes de Yo Somos es bagaje: Xema y Cayo llevan casi tres décadas formando parte de proyectos como Ciudadano o Maderita, tocando la guitarra y el bajo junto a Josh Rouse o Alondra Bentley, y su vida reciente cambió cuando conocieron a Quique Gallo (Midnight Shots, Aullido Atómico) en el CEX (local de conciertos que regentan en Valencia) y juntos dieron forma a Gloria (Mont Ventoux, 2021), el único disco de aquel proyecto bautizado como Flores, uno de los milagros pop más inesperados de los últimos tiempos. Un disco irrepetible por su propia temática, pero que en cierto modo fue la semilla para esta nueva singladura creativa, también registrada en sus estudios Río Bravo de Xirivella (Valencia). Doce canciones prendadas de dinamismo, jovialidad, descaro y buenas vibraciones, que sobre cualquier escenario – del más grande al más diminuto – pueden irradiar un irresistible contagio.
Carlos Pérez de Ziriza