Cuando Nando Cruz presentó Macrofestivales, afirmaba que estos eventos han dejado “de ser un espacio para disfrutar de los grupos para convertirse en lugares problemáticos”. Personalmente, hacía tiempo que había perdido la fe en este tipo de formato y lo culpaba de que cada vez menos bandas visiten nuestro país fuera de sus circuitos. Sin embargo, el Soundhood ha conseguido reconciliarme con ellos.
Este nuevo proyecto de SON Estrella Galicia propone una serie de microfestivales en barrios de ciudades como Barcelona, A Coruña o Madrid, y ofrece una alternativa más cercana y refrescante. Su encanto radica en que no se limita a los conciertos: incluye actividades variadas con el objetivo de revitalizar los barrios,
promoviendo música y cultura en entornos más íntimos.
Este fin de semana, Soundhood ha llegado a Barcelona con conciertos en las salas Upload, Paral·lel 62 y Paral·lel 62 Club, además de un taller en el club Aclam. El viernes llegamos puntuales a la cita en la sala Upload, donde nos esperaban las actuaciones de Rombo, Mary and the Junkyard y Squid. Rombo abrió la jornada con un ambiente casi familiar, rodeado de amistades del cuarteto de Sant Feliu de Llobregat. Supieron conectar desde el primer momento con el público gracias a sus melodías pegajosas y letras cercanas, que tratan temas cotidianos como la amistad, el amor o las ausencias, y ofrecieron un directo cargado de frescura. La cercanía se sentía en cada acorde, y el gesto del batería, Jordi Beltran, lanzando Twix al público añadió una chispa de complicidad. Arrancaron el set con “Llop”, un tema de su primer álbum Clara Montse Núria, y destacaron con canciones como “Claror”, la guitarrera “Vibracions” (fruto de su colaboración con la banda barcelonesa Mujeres), o el regalo en forma de versión de “I Found the F” de los añorados Broadcast.
Luego le llegó el turno a Mary and the Junkyard, quienes, a pesar de la juventud de sus integrantes, ofrecieron un set maduro y cuidado. La voz de Clari Freeman-Taylor brilló especialmente, acompañada por la versatilidad de Saya Barbaglia, que alternó entre el bajo y la viola, sorprendiendo al público con su
calidad interpretativa. La actuación empezó con “Ghost”, el tema que abre su EP this old house, y le siguieron “Marble Arch”, “Goop” o “Golden Hour”. El viaje por su universo sonoro tan particular acabó con la introspectiva y melancólica «Tuesday», tema que refleja esos momentos de vulnerabilidad en los que nos sentimos atrapados o exhaustos y que concluyó con los tres miembros del grupo tendidos sobre el escenario.
A las 23 h. en punto, Squid saltó al escenario y desató la locura en la sala Upload. Presentaban su nuevo álbum, O Monolith, y con su característico post-punk experimental, provocaron pogos improvisados en los que encontramos participando activamente a los miembros de Mary and the Junkyard. La actuación
arrancó con “Swing (In a Dream)”, rica en matices propios de la psicodelia y el jazz. Le siguieron la distópica “G.S.K.”, de ecos funk, “Paddling” o la enérgica “Peel St.”. Su directo, repleto de intensos cambios rítmicos y una energía arrolladora, dejó huella en el público, que se entregó desde el primer acorde. Fueron, sin duda, los protagonistas de la primera jornada, y no solo por el carisma arrollador de su batería y frontman, Ollie Judge, sino por su solidez interpretativa y un sonido propio en el que no hacen ascos a ningún instrumento. Verlos actuar debería ser asignatura obligatoria para todo melómano que se precie. Si aún no has tenido el placer, que sepas que están confirmados para la próxima edición del Primavera
Sound. Ahí queda dicho.
Tras la actuación de Squid, nos retiramos con muy buen sabor de boca para cargar pilas de cara a la segunda jornada, pero al Soundhood aún le quedaban algunos cartuchos que quemar con una sesión de DJ en la misma sala Upload.
Texto y fotos: Miriam Freixas
